Don Xavier Novell, obispo de Solsona,
ha sorprendido a propios y a extraños llamando a la evangelización de los
musulmanes en su última carta dirigida a los fieles de su Diócesis:
La primera lectura de este domingo relata la conversión del centurión Cornelio. Este episodio me recuerda el testimonio de un cristiano de Argelia que hace pocas semanas, en el marco de una visita a Toulon (Francia), nos explicaba el itinerario de su conversión.
Ya hace tiempo que manifiesto públicamente, a pesar de la sorpresa que esto provoca, que en nuestro trabajo evangelizador no hemos de descartar el anuncio de la fe a los musulmanes que viven en nuestros pueblos y ciudades. Si Cristo es el único salvador, también lo es para las personas que profesan el islam y, por tanto, hemos de pretender su conversión al cristianismo.
Eso, a muchos les parece inadecuado, contrario al diálogo, al respeto y ¡a la tolerancia! Esta es la posición típica del cristianismo secularizado. Aquello que tantas veces hemos oído: ¿lo importante son los valores! ¡Todas las religiones son caminos válidos hacia Dios! ¡Cada religión tiene unos valores que hemos de integrar en una nueva religiosidad universal! A muchos otros, esta posición les parece imposible. ¡Los musulmanes nunca se convertirán al cristianismo! ¡Esta posición retrata un cristianismo que no cree en el poder del Espíritu Santo!
La comunidad francesa que visitamos y que tiene como carisma la evangelización de los musulmanes en Europa, nos revelaba los tres elementos para la misión entre los musulmanes: un testimonio de virtud superior, una convicción fuerte de las verdades de la propia fe y un abandono al poder de Dios que puede hacer el milagro de la conversión del interlocutor. De hecho, ellos afirmaban que estas conversiones siempre se producen gracias a acontecimientos extraordinarios. Es bien cierto, los musulmanes ven nuestro cristianismo y lo consideran una religión decadente moralmente y débil en las convicciones y, por tanto, nos ven objeto fácil de su misión.
Estoy convencido de que las comunidades que han de nacer en nuestras parroquias –radicales evangélicamente, capaces de dar razón con coraje de la propia fe y convencidas del poder milagroso del Evangelio- verán y se alegrarán de la conversión de muchos musulmanes a la fe cristiana católica.
Agradecemos al portal Infocatólica que se haya hecho eco de esta carta. Centrándonos en el tema que trata la carta, hemos de decir que somos muy escépticos en cuanto a la posible evangelización de las personas de confesión musulmana, principalmente por la mayor fortaleza social que la religión islámica ha demostrado (y sigue demostrando) durante tanto tiempo en su tradicional área de influencia.
La primera lectura de este domingo relata la conversión del centurión Cornelio. Este episodio me recuerda el testimonio de un cristiano de Argelia que hace pocas semanas, en el marco de una visita a Toulon (Francia), nos explicaba el itinerario de su conversión.
Ya hace tiempo que manifiesto públicamente, a pesar de la sorpresa que esto provoca, que en nuestro trabajo evangelizador no hemos de descartar el anuncio de la fe a los musulmanes que viven en nuestros pueblos y ciudades. Si Cristo es el único salvador, también lo es para las personas que profesan el islam y, por tanto, hemos de pretender su conversión al cristianismo.
Eso, a muchos les parece inadecuado, contrario al diálogo, al respeto y ¡a la tolerancia! Esta es la posición típica del cristianismo secularizado. Aquello que tantas veces hemos oído: ¿lo importante son los valores! ¡Todas las religiones son caminos válidos hacia Dios! ¡Cada religión tiene unos valores que hemos de integrar en una nueva religiosidad universal! A muchos otros, esta posición les parece imposible. ¡Los musulmanes nunca se convertirán al cristianismo! ¡Esta posición retrata un cristianismo que no cree en el poder del Espíritu Santo!
La comunidad francesa que visitamos y que tiene como carisma la evangelización de los musulmanes en Europa, nos revelaba los tres elementos para la misión entre los musulmanes: un testimonio de virtud superior, una convicción fuerte de las verdades de la propia fe y un abandono al poder de Dios que puede hacer el milagro de la conversión del interlocutor. De hecho, ellos afirmaban que estas conversiones siempre se producen gracias a acontecimientos extraordinarios. Es bien cierto, los musulmanes ven nuestro cristianismo y lo consideran una religión decadente moralmente y débil en las convicciones y, por tanto, nos ven objeto fácil de su misión.
Estoy convencido de que las comunidades que han de nacer en nuestras parroquias –radicales evangélicamente, capaces de dar razón con coraje de la propia fe y convencidas del poder milagroso del Evangelio- verán y se alegrarán de la conversión de muchos musulmanes a la fe cristiana católica.
Agradecemos al portal Infocatólica que se haya hecho eco de esta carta. Centrándonos en el tema que trata la carta, hemos de decir que somos muy escépticos en cuanto a la posible evangelización de las personas de confesión musulmana, principalmente por la mayor fortaleza social que la religión islámica ha demostrado (y sigue demostrando) durante tanto tiempo en su tradicional área de influencia.
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