Los Mártires de la Puerta del Cambrón de Toledo
Hasta
aquí el libro-registro del Ayuntamiento. De las 80 personas presuntamente fusiladas solo aparecen 63 víctimas. Sin
embargo, sin grandes investigaciones, el primero que no aparece en esta lista
es el joven Luis Moscardó Guzmán.
Los testigos de esta historia son numerosos para certificar la realidad de su
asesinato. No sólo eso. En las crónicas de lo consignado por los Hermanos
Maristas sobre la recuperación de los cuerpos de sus mártires, podemos leer:
“Allí, estaba también el General Moscardó, con su
esposa y los hijos supervivientes que le quedaban en espera de que entre
aquellos cadáveres apareciera su hijo. Al fin se encontró en la misma zanja y
al lado de nuestro hermano de comunidad, Hno. Jorge Luis (el cocinero) y
del Doctor Polo Benito”.
Luis tenía 17 años y era alumno de la Escuela de los Cuerpos Auxiliares de
Obras Públicas.
64. LUIS MOSCARDÓ GUZMÁN
El hijo del coronel Moscardó.
23
de julio de 1936. Por la tarde, todo Toledo sabe lo ocurrido con el hijo del
coronel Moscardó. A las 10 horas, el Jefe de las Milicias llama por teléfono al
Comandante Militar, notificándole que tiene retenido a un hijo suyo y que le
mandará fusilar si antes de diez minutos no se rinde. Y para que vea que
es verdad, hace poner a Luis Moscardó al aparato. El Coronel pregunta:
- ¿Qué hay, hijo?
- Que dicen que me
van a fusilar si no rindes el Alcázar, responde Luis.
Moscardó le dice:
- Pues encomienda tu
alma a Dios, da un grito de “¡Viva Cristo Rey!” y un “¡Viva España!”.
El
hijo, con voz apenas audible, sin duda por el momento y lo precario de las
comunicaciones, musita:
- Un beso muy
fuerte, papá.
Al tomar la
línea otra vez, Moscardó dice al Jefe de las Milicias:
- Puede ahorrarse
el plazo que me ha dado; el Alcázar no se rendirá jamás.
Los
milicianos, que piensan haber urdido un plan “perfecto”, se quedan estupefactos
ante la actitud del coronel Moscardó. Algunos comentan que ante la rabia por la
respuesta dada, disparan un tiro al aire para hacer creer al militar que su
hijo ha muerto en el acto. Pero tras la conversación telefónica con su padre, a
Luis se le traslada nuevamente a la Diputación Provincial, que hace de cárcel.
Unos
afirman que los pocos días de asedio han trastornado a Moscardó y que no tiene
entrañas para con los suyos; que es un despiadado y no sé cuántas cosas más.
Para otros, el coronel comienza a forjar su leyenda de héroe. Y aunque ese día
queda claro que el Alcázar no piensa rendirse, a las ocho de la tarde es
bombardeado por un avión trimotor republicano, que arroja unas quince bombas.
Un mes transcurre hasta la siguiente escena:
23
de agosto de 1936. Patio de la Cárcel Provincial.
Desde
la puerta se calcula fácilmente que en el patio puede haber más de un centenar
de personas entre presos y milicianos. Los presos han sido sacados de sus
celdas y amarrados de dos en dos formando cuerda. Entre los primeros están los dos hijos del coronel Moscardó,
Luis y Carmelo. Llevan en prisión junto a su madre, María de Guzmán,
desde el 25 de julio, tras protagonizar Luis el episodio de la famosa llamada
telefónica para amedrentar a su padre. Aunque la mujer está en el departamento
de mujeres y no sabe nada de lo que está pasando…
Cuando
ya han atado las muñecas de Luis y Carmelo para sacarlos al patio, un miliciano
les para. Carmelo es un chaval de dieciséis años, pero sus facciones le aniñan
dando a su rostro un aspecto ingenuo.
-¡Eh,
camaradas!, dice.
¡Soltad a ese muchacho!
-¡Es
hijo de Moscardó!, contestan
burdas gargantas llenas de venganza.
¡No
importa!, se
impone fuertemente el miliciano. Tan niño es una cobardía transportarle.
Y
mientras le desata le dice:
-¡Anda,
muchacho, vuélvete a la cárcel!
Carmelo,
que no quiere separarse de su hermano, embargado por el miedo, se queda
paralizado. De un empujón les separan y Carmelo entra de nuevo en la prisión.
En
ese momento Luis Moscardó es
atado a las muñecas del Señor Deán, Don
José Polo Benito.
Don Jorge López Teulón en Religión en Libertad
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