Respecto
a los Hermanos Maristas se deben
hacer las siguientes observaciones:
Cuando
acabó la guerra los Superiores enviaron al Hno. Jacinto Luis Gil Barreda para certificar los sucesos
martiriales que vivió la Comunidad de Toledo. Los beatos fueron sepultados en fosas comunes conteniendo de 40 a 50
cuerpos cada una. Este hermano declaró:
“He
visto el fichero de sepultura y en
cuatro fichas figuraba que eran maristas, ya que los hermanos en
aquellos días estaban en el colegio vestidos de bata. En el cementerio los
rojos prepararon fosas de cerca de 14
metros de longitud por 5 de profundidad y arrojaban allí a los fusilados.
En el cuadro nº 42, según el registro del Ayuntamiento, pusieron los cadáveres
de los hermanos”.
Completa
la declaración Pascual Carpio Molero, Jefe de los servicios de dicho
cementerio:
“Cuando
el encargado del cementerio me mandó la lista de los cadáveres, me puso
expresamente su nombre; de los otros decía la edad aproximada, algún signo
personal, vestido, y cuando tenía una camisa, decía supuesto marista. Cuando
tres años después sus restos fueron exhumados, los hermanos maristas presentes pudieron reconocer todavía la mayor parte
de sus mártires y se hizo el traslado a la tumba de la Congregación”.
En
la relación del hermano Jacinto Luis leemos:
“Recorrí
las listas interminables de ejecutados y personalmente no podía identificar a
ninguno, ya que por lo visto sólo daban los nombres de los que conocían
personalmente. Sólo pude comprobar que
efectivamente fueron fusilados el 23, a excepción del Hno. Jorge Luis que lo
fue el 24. He aquí los datos copiados de los pliegos del Ayuntamiento,
en los que el número primero es del orden de fusilamiento con los que
pudiéramos llamar trámites legales y con el sitio en que están enterrados:
nº
236: unos 35 años, blusón caqui (marista), tramo 42, nº 14-6bis
nº
239: director de los maristas, tramo 42, nº 16bis
nº
252: bajo, delgado, traje café (marista), tramo 42, nº 4bis
nº
253: unos 25 años, blusón verdoso (marista), tamo 42, nº 4bis
nº
288: alto, fuerte, unos 50 años (marista), tramo 42, nº 15bis
La
noticia de la muerte de los maristas fusilados fue comunicada oficialmente a
los superiores del Instituto el 17 de septiembre de 1936, y a primeros de
octubre fue confirmada por el Hno. Jacinto Luis. La lista de los maristas fue
remitida por una señora que estuvo detenida con los mártires en la prisión y
compilada por un oficial de la cárcel.
La
muerte de los 11 hermanos maristas prisioneros fue inequívocamente confirmada,
entre otros, por el hermano Jacinto Luis y dos testigos: Julián López, portero
del colegio e Ignacio Rodríguez, camero del mismo y bien informados al
respecto.
De
la exhumación tenida el 13 de enero de
1941 se dice que “después de cuidadosas diligencias se logró identificar
a los siguientes hermanos: Cipriano José, Javier Benito, Evencio, Jorge Luis,
Julio Fermín, Bruno José”.
Respecto
al Hno. Jean Marie, aunque casi convencidos de cuál es su cadáver, por varias
señales que lo identifican, sin embargo, no se tiene la seguridad absoluta
que se requiere en estos casos para afirmarlo. Otro tanto sucede con el que
creemos ser el H. Félix Amancio.
En resumen quedan identificados
ocho religiosos y de ellos seis en su propia identidad. Éstos se colocaron juntos en un
arcón de las consiguientes proporciones y se les dio piadosa sepultura en tumba
provisional que se adquirió en el cementerio para ese fin.
Los tres cuyos cadáveres no pudieron identificarse, ni
siquiera como maristas, son los hermanos.
Hno. Addón Iglesias Bañuelos, hermano del director.
Hno. Anacleto Luis Busto Pérez
Hno. Eduardo María Alonso Fontaneda
Estos fueron trasladados, como todos los demás que se
hallaban en este caso, al magnífico mausoleo que la ciudad de Toledo dedicó a
sus mártires.
Conviene advertir que
la falta de identificación de los restos de estos tres hermanos se debe al
hecho de que los cadáveres fueron arrojados unos sobre otros en las fosas
comunes con la consiguiente mezcla de los huesos; pero esto de por sí no
excluye que también ellos hayan sido muertos.
Con motivo de la exhumación de los restos efectuada en
1941, a nivel general de la ciudad, se tuvo la primera correspondiente a los
restos de los hermanos maristas. Advertidas las familias, por oficio del Sr.
Alcalde, para el 12 de enero, sobre que se iba a proceder a la exhumación y
traslado de las víctimas a un gran mausoleo que la ciudad dedicaba en su
cementerio, por si querían identificarles y darles tierra en su propia
sepultura. Durante cuatro días de riguroso invierno, los trabajos de excavación
fueron muy difíciles por la inclemencia del tiempo y el hedor, fácil de
suponer, que expedían las propias víctimas enterradas sin caja y hacinadas en
tanto número unas sobre otras.
“Allí, puede leerse en las crónicas, estaba
también el General Moscardó, con su esposa y los hijos supervivientes que le
quedaban en espera de que entre aquellos cadáveres apareciera su hijo. Al fin
se encontró en la misma zanja y al lado de nuestro hermano de comunidad, Hno.
Jorge Luis y del Doctor Polo Benito”.
Se efectuó una nueva exhumación el 23 de diciembre de 1947 con el fin de
darles acogida en la nueva sepultura que con toda delicadeza había preparado la
comunidad. En 1941 se habían colocado en un arcón y en una sepultura, con el
fin de trasladarlos a Las Avellanes (Lleida) a un panteón que se proyectaba
para todos los mártires maristas de España. Pero en vista de la tardanza, la
comunidad toledana adquirió una sepultura adyacente a la que ya tenían.
Finalmente, con motivo del centenario de la existencia
del Colegio de Santa María de los Hermanos Maristas en Toledo, el 25 de
octubre de 2003, los restos de los mártires se trasladaron a la parroquia de
Santa Teresa.
De modo que, además del Hno. Cipriano José, Director del Colegio del cual, en ningún
momento se duda su identidad (nº 15 de
nuestro listado; nº616 según el estadillo del Ayuntamiento de Toledo) y
casi con seguridad, el Hno. Noriega
(nº 27 de nuestro listado; nº 628 según
el estadillo del Ayuntamiento de Toledo), se habla de tres hermanos más,
que aparecen sin nombre, pero sí como maristas (28, 29 y 32 de nuestro
listado). Sin embargo, nadie duda de que a pesar de no poder recuperar los tres
cuerpos y quitando al Hno. Cocinero que murió al día siguiente en el paseo del
Tránsito (cuyo cuerpo sí está identificado) debemos sumar cinco nombres más:
Dos identificados, tres sin nombre pero sí como maristas (en la lista del
Ayuntamiento) y otros cinco (dos cuyos cuerpos sí aparecieron y otros tres que
se perdieron entre los cuerpos de la fosa común).
Así que para:
(629) “Bajo,
delgado, traje café, hermano Marista”.
(630) “De unos 25
años, blusón verdoso, hermano Marista”.
(633) “De unos 35
años, con blusón kaki, hermano marista”.
Otorgamos
la correspondencia para:
28. HNO. JUAN Mª (FÉLIX-CÉLESTIN) GOMBERT OLYMPE
Félix-Célestin
nació en Trets, departamento de Bouches du Rhône (Francia), el 5 de abril de
1873. Recibió las aguas bautismales dos días después de su nacimiento. Sus padres,
Hippolyte y Elisabeth, murieron jóvenes, por lo que sus tres hijos, dos niños y
una niña, quedaron huérfanos desde muy temprana edad. Los tres fueron acogidos
con cariño en casa de sus abuelos maternos.
Félix-Célestin
fue siempre un muchacho piadoso, serio y muy trabajador. Estudió en la escuela
de Don Bosco en Marsella, hasta que entró en el noviciado marista de
Saint-Paul-Trois-Chateaux, departamento de Drôme (Francia), el 5 de abril de
1888, justo el día en que cumplía los 15 años. Allí viste el hábito
religioso el 15 de agosto de 1888 y recibe el nombre de H. Juan María (Jean
Marie). El 7 de septiembre de 1890, emite el voto de obediencia y hace su
profesión perpetua el 19 de septiembre de 1895.
En
septiembre de 1891, se traslada desde Francia al seminario marista de Mataró
(Barcelona), donde permaneció un año como profesor. Después ejerció la docencia
en los colegios maristas de las siguientes poblaciones: Vic (Barcelona), hasta
agosto de 1895; Girona, hasta agosto de 1900; Manresa (Barcelona), hasta agosto
de 1904; Logroño, durante un año; Lérida, durante otro año; Girona, por segunda
vez, hasta agosto de 1908; Peñas de San Pedro (Albacete), durante un año; Alcoy
(Alicante), hasta agosto de 1912; Malgrat (Barcelona), durante un año, con el
cargo de director; CuIlera (Valencia), donde también fue director hasta agosto
de 1919; Lucena (Córdoba), hasta agosto de 1921; y, finalmente, Toledo, hasta
su asesinato. En esta última ciudad fue también profesor del seminario.
En
todos estos lugares, pero sobre todo en Toledo, era conocido su perfecto dominio del campo de las ciencias
físico-naturales, que poseía en altísimo grado, secundado por una
habilidad genial. Trabajaba con frecuencia en instalaciones eléctricas, lo
mismo en el colegio que en las fábricas, consiguiendo que estas últimas
obtuvieran mayores rendimientos. También se reconocía su competencia como
profesor en los cursos superiores del bachillerato; sus alumnos obtenían
siempre muy buenos resultados en los exámenes oficiales. Era muy popular entre
los estudiantes y se contaban de él numerosas anécdotas.
Se
distinguía por su gran capacidad intelectual, por su acendrada piedad, por su
amor a la Congregación marista, por su caridad, por su celo en la educación de
los niños y los jóvenes y por su espíritu de trabajo. Era profundamente
religioso, de una franqueza y una llaneza extraordinaria con todas las
personas, tanto con las de casa como con las de fuera. Era muy conocido y
popular en Toledo y los sacerdotes que, siendo seminaristas, lo tuvieron como
profesor sentían un gran afecto por él y siempre lo respetaron y veneraron
profundamente.
Al
ser detenido con sushermanos de comunidad, no sólo no hizo valer su condición
de francés para obtener la libertad sino que, a quien se la ofrecía, le dijo: -De ninguna manera, he vivido siempre con
mis hermanos y con ellos quiero morir.
Ésta
fue su última voluntad y su expreso deseo. Cuando contaba 63 años de edad, fue asesinado, por ser
religioso, junto a los hermanos de su comunidad.
29. HNO. BRUNO JOSÉ (ÁNGEL) AYAPE REMÓN
Ángel
nació en Cáseda, provincia de Navarra y diócesis de Pamplona, el 1 de octubre
de 1915, en el hogar de Javier e Isabel. Siguiendo la costumbre de la época,
fue bautizado el día siguiente, en la parroquia de la Asunción de Nuestra
Señora de Cáseda, donde también fue confirmado el 29 de octubre de 1922.
En
su familia reinaba la religiosidad; en ella se rezaba el rosario todos los
días, al caer la tarde, salvo que tuvieran mucho trabajo, como sucedía en los
días de recogida de la cosecha. El padre de Ángel era un cristiano ejemplar y
su madre, que era muy devota, tenía un carácter sumamente agradable y exhortaba
a los suyos a frecuentar la comunión que ella recibía diariamente.
Ángel
se distinguía por su carácter vivaz. En la escuela, destacaba por su aplicación
e inteligencia. Su formación cristiana y su buen corazón lo impulsaban a ayudar
a todos, pero especialmente a los más necesitados.
El
encuentro con un hermano marista hizo despertar en él el ideal de religioso
enseñante. Su itinerario en la formación lo comienza en el seminario marista de
Villa- franca de Navarra, donde ingresa el 18 de marzo de 1927. El 13 de
septiembre de 1930 comienza el noviciado en Las Avellanas (Lleida), donde viste
el hábito el 8 de septiembre de 1931, recibiendo el nombre de H. Bruno José. El
8 de septiembre de 1932 emite los primeros votos religiosos.
Entusiasta
de su vocación, cultivó el deseo de trabajar en tierras de misión, por lo que
pidió autorización a su madre para partir para Chile, pero no fue atendida su
petición. Comienza su corta misión educativa, desempeñada durante tres años,
como profesor ayudante, en
septiembre de 1933, en el colegio Los Madrazo de Madrid. Como profesor, se
distingue en que escucha con docilidad las observaciones que se le hacen sobre
la manera de dirigir una clase, y las pone en práctica. Se sentía animado de un
ardiente deseo y un ansia de catequizar a los niños y jóvenes. De inteligencia
despierta, conjugaba su carácter firme, inclinado a defender sus ideas, con la
comprensión hacia los demás, pero siempre obedecía en lo que se le mandaba. Su
temperamento era agradable y humano, lo que le hacía ganarse la simpatía y el
afecto de los demás.
En
noviembre de 1935, llega a Toledo. Allí se entrega a socorrer a sus hermanos y
a las religiosas de la ciudad. A la
edad de 20 años, le sorprendió la persecución religiosa de 1936. En
compañía de sus hermanos de comunidad, y por su condición de religioso, le
arrebataron su vida el 23 de agosto de 1936.
32. HNO. EVENCIO (FLORENCIO) PÉREZ MORAL
Florencio
nació en Acedillo, provincia y diócesis de Burgos, el 13 de octubre de 1899. Sus
padres, Fausto y Teodora, eran cristianos ejemplares que vivían modestamente de
su trabajo como agricultores. A los dos días de nacer, fue bautizado en la
parroquial de su pueblo, dedicada a san Millán. En Acedillo pasó Florencio sus
primeros años y aquí recibió la enseñanza elemental.
Ingresó
en el seminario marista de Arceniega (Álava) el 25 de octubre de 1913. Comenzó
el noviciado el 16 de agosto de 1914, Las Avellanas (Lleida), donde vistió el
hábito marista e12 de febrero de 1915, recibió el nombre de H. Evencio. Emitió
los primeros votos anuales el 2 de febrero de 1916. Y se consagró de manera
definitiva a Dios, con la profesión perpetua, el 28 de septiembre de 1922.
Al
terminar el noviciado, pasó al escolasticado de Las Avellanas, desde donde fue
enviado, como cocinero, en agosto de 1916, al colegio de Cabezón de la Sal
(Santander), donde estuvo durante un año. Después desempeñó el mismo empleo
otros dos años más en Carrejo (Santander). En agosto de 1919, volvió a Cabezón
de la Sal como profesor ayudante.
Desde
agosto de 1920, pasó por los colegios de Burgos, Murcia, Mataró, Lucena y
Toledo. En todos ellos ocupó el cargo de prefecto de internos, empleo que le cuadraba de forma admirable y
en el que fue un verdadero educador. Manifestaba en este cargo una gran
prudencia y un enorme respeto hacia los alumnos, incluso hacia los menos
disciplinados. A todos ellos los trataba con amabilidad, a pesar de que les
exigía el fiel cumplimiento del reglamento y de las órdenes. Conseguía todo lo
que deseaba de sus alumnos, empleando para ello la prudencia y la razón, pero
teniendo siempre comprensión con ellos. En todas sus actuaciones campeaba la
caridad, juzgando a todos benévolamente y ocultando atinadamente sus defectos
humanos.
Fue
observante en todo, ejemplar, silencioso, fiel a su estudio religioso diario,
sumiso en todo a las órdenes de los superiores, siempre muy atento y cariñoso
con sus hermanos y con sus alumnos. Con los corteses modales que lo
caracterizaban, fue un verdadero encanto para todos los que convivían con él.
Todo
esto hacía que fuera apreciado, de verdad, por los hermanos de su comunidad y
por cuantos alumnos habían pasado bajo su tutela. Con frecuencia venían a
visitarlo muchos de sus antiguos alumnos.
A
Toledo llegó en agosto de 1935. En esta ciudad sería asesinado, el 23 de agosto
de 1936, a los 36 años de edad,
por ser religioso y por haberse entregado al servicio de Dios, consagrado a la
educación cristiana de los niños y de los jóvenes.
65. HNO. JAVIER BENITO (JERÓNIMO) ALONSO
FERNÁNDEZ
Nació
Jerónimo el 1 de septiembre de 1912, en Villorejo, provincia y diócesis de
Burgos. La casa de sus padres, Jerónimo y María, era un verdadero hogar; ambos
fueron capaces de formar para sus hijos, y con ellos, una familia reciamente
cristiana. El 8 de octubre del mismo año, fue bautizado en la iglesia
parroquial de su pueblo, dedicada a la Asunción de María.
El
20 de julio de 1924, va al seminario marista de Arceniega (Álava); dos de sus
hermanos lo habían precedido por el mismo camino. Allí se hace querer
rápidamente por sus superiores y compañeros. Por su constante aplicación,
obtenía siempre los primeros puestos en los estudios. Como era tan ejemplar y
fiel cumplidor de los deberes que tendría como futuro religioso, le confiaban
la custodia de los recién llegados. Con exquisita amabilidad, se cuidaba de
ellos y sabía enjugar las furtivas lágrimas que derramaban al recordar la
familia que habían dejado en su casa.
El
13 de septiembre de 1927, ingresó en el noviciado de Las Avellanas (Lleida),
donde vistió el hábito marista el 8 de septiembre de 1928 y recibió su nuevo
nombre: H. Javier Benito. Después del año de noviciado, hizo su primera
profesión anual el 8 de septiembre de 1929. Su asesinato le privó de emitir los
votos perpetuos. Pero, ¡qué mejor profesión perpetua que su consagración
definitiva a Dios por el martirio!
Realizó
estudios en el escolasticado de Las Avellanas, con el éxito de siempre. Antes
de dedicarse a la enseñanza, fue a Lérida en agosto de 1930; allí pasó algún
tiempo sin empleo fijo, para conseguir, seguramente, que se robusteciera su
delicada salud. En febrero de 1931, lo destinaron al colegio marista de la
calle del Cisne de Madrid y, en agosto de 1933, a Toledo; en ambas ciudades
desempeñó, a gusto de todos, su labor de profesor. En la última ciudad, le
sorprendió la persecución religiosa de 1936.
Era
inteligente, amable y trabajador y poseía un nada despreciable cúmulo de
conocimientos de toda índole. Su espíritu era ágil y certero, sobre todo cuando
se empeñaba en la búsqueda de la verdad. Cuando alguien, admirado de su valer,
le indicó el porvenir halagüeño que personas de su condición suelen tener en el
mundo, exclamó: Pero, ¿qué es eso comparado con el porvenir que, con mi vida
religiosa, me espera en la gloria? Esta frase pone de manifiesto el gran
aprecio que tenía de su vocación de religioso educador.
Por
el sencillo hecho de ser religioso, fue asesinado en Toledo el 23 de agosto de
1936. Tenía 24 años de edad.
66. HNO. JULIO FERMÍN (JULIO) MÚZQUIZ ERDOZÁIN
Nació
el 11 de abril de 1899, en Aldaba, perteneciente al ayuntamiento de Iza,
provincia de Navarra y diócesis de Pamplona. Como era costumbre en aquella
época, al día siguiente de nacer recibió las aguas bautismales en la iglesia
parroquial de su pueblo, dedicada a la Asunción de María.
Sus
padres, Esteban y Ramona, habían formado una familia numerosa, profundamente
cristiana, que constituía por sí sola un envidiable ámbito educativo para sus
hijos. Cultivaban sus tierras con una gran laboriosidad y gozaban de una
situación acomodada. Siempre que sus ocupaciones se lo permitían, acudían a
misa y, todos los días, rezaba el rosario en su hogar. Julio creció y se
desarrolló en este excelente ambiente natural; en su pueblo, asistió con
asiduidad a la escuela primaria, y en ella, destacó por su aplicación y por su
piedad.
Esa
piedad que Julio había mamado, por así decirlo, desde su infancia en el hogar
paterno, encaminó sus pasos hacia la vida religiosa. El11 de enero de 1911,
ingresó en el seminario marista de Vic (Barcelona), iniciando allí el período
de formación. Pasó al noviciado de Las Avellanas (Lleida) el 30 de abril de
1914. El 25 de julio del mismo año, viste el hábito marista y recibe el nombre
de H. Julio Fermín. Después del año de noviciado, emite los primeros votos
temporales el 25 de julio de 1915. Hace la profesión perpetua el 28 de
septiembre de 1920.
Desde
agosto de 1915 hasta finales del mismo mes de 1917, permanece en Las Avellanas,
dedicado a estudios pedagógicos. En septiembre de 1917, es destinado como
profesor adjunto al colegio de Zaragoza; en enero de 1919, pasa como profesor a
Vic; en agosto del mismo año, es destinado a Cartagena; en febrero de 1925, es
enviado al colegio del Círculo Católico de Burgos; en agosto de 1927, vuelve a
Zaragoza; y en agosto de 1933, es destinado a Toledo, donde le sorprenderá la
persecución religiosa de 1936 a 1939. Allí dará su vida, con otros diez
hermanos maristas más.
Por
testimonios fidedignos, sabemos que el H. Julio Fermín era de carácter alegre,
locuaz y ameno y que contribuía, como el que más, a hacer reinar el bienestar y
la caridad en la vida comunitaria. Se mostraba siempre servicial con todos y
ponía sus excelentes cualidades al servicio de los demás. Destacaba, en
especial, por su hermosa caligrafía; él siempre estaba dispuesto a lucirla en
los trabajos escritos de quienes se la reclamaran. Se dice también que sus
alumnos estaban -como embelesados- pendientes de sus labios en las
explicaciones; que su porte y sus modales distinguidos atraían a las familias
de los alumnos del colegio y que éstas le profesaban sinceras simpatías.
En
sus cortas y espaciadas visitas, Julio hizo honor a la piedad que le había
inculcado su familia en la infancia. Sus parientes se sentían edificados por el
fervor y la perfección con que cumplía en ellas los ejercicios de devoción y todos
los rezos, así como la frugal austeridad con que correspondía a los naturales
agasajos de sus padres y hermanos, que se esforzaban por obsequiarle en dichas
visitas.
En
compañía de otros nueve hermanos de su comunidad, el 23 de agosto de 1936, fue
asesinado en Toledo, al lado de la puerta del Cambrón. Con generosidad, ofreció
a Dios su vida; vida que le fue arrebatada sólo por ser religioso marista. Tenía 37 años.
67. HNO. EDUARDO MARÍA (FCO.) ALONSO FONTANEDA
El
día 10 de octubre de 1915 Pantaleón y Teófila tuvieron la alegría de ver nacer
a su hijo Francisco, en Valtierra de Albacastro, lugar situado a mil metros de
altura en la cordillera Ibérica, en la provincia y diócesis de Burgos. El mismo
día de su nacimiento recibió las aguas bautismales en la parroquia de su
pueblo, donde también fue confirmado el 29 de abril de 1919.
La
familia Alonso Fontaneda vivía de la agricultura y del pastoreo, sin nadar en
la abundancia, pero sin padecer la miseria. En .familia, se respiraba un
ambiente de piedad, de orden y de respeto a los demás, lo que, sin duda,
favorecía una educación basada en la sobriedad y en la sencillez cristiana.
Francisco
recibió la enseñanza elemental en la escuelita del pueblo. Era un niño vivaz,
bondadoso, trabajador y paciente, muy apreciado por su maestro. Tímido e
inocente, y acostumbrado a hablar bien, no quería oír palabrotas y no soportaba
los engaños. En su cara, siempre se apreciaba una agradable sonrisa. Obedecía
con prontitud, era muy sufrido y rara vez se lamentaba.
A
su madre le decía: “No he nacido
para el campo, he nacido para ser religioso”. Este deseo, al
principio confuso, fue madurando en su adolescencia. Un día se encontró con un
compañero del pueblo vecino, que estudiaba en el seminario marista de Arceniega
(Álava), quien le comentó lo que hacían y lo invitó a que se fuera con él. Así
se decidió a ingresar, a los 14 años, en este mismo seminario, el día 20 de
septiembre de 1929.
Comienza
su noviciado el 6 de octubre de 1932, en Las Avellanas (Lleida), y viste el
hábito marista el 2 de julio de 1933, tomando el nombre de H. Eduardo María.
Después del año de noviciado, emite los primeros votos religiosos el 12 de
julio de 1934. En los primeros años de su formación, vivió las virtudes de las
que ya había dado muestras en su niñez; éstas le sirvieron para adquirir una
profunda espiritualidad marista. Destacó en piedad, modestia, afabilidad y espíritu
de servicio. El maestro de novicios dio de él esta apreciación: “Es un joven
muy serio, de juicio recto y de voluntad bien templada que deja entrever un
porvenir de grata esperanza”.
Después
del noviciado, se prepara para ejercer la enseñanza, dedicándose muy
especialmente al estudio de los métodos pedagógicos necesarios para
desempeñarla. Como maestro auxiliar, empieza a ejercerla en la ciudad de
Toledo, desde septiembre de 1935 hasta el 23 de agosto de 1936. En esta fecha,
con los demás miembros de su comunidad, contando
tan sólo 20 años, le arrebataron su vida por su condición de ser
religioso.
68. HNO. ABDÓN (LUIS) IGLESIAS BAÑUELOS
Luís
nació en Los Valcárceres, provincia y diócesis de Burgos, el 19 de agosto
de 1895. Según la costumbre de la época, fue bautizado el día siguiente, en la
iglesia parroquial de su pueblo. En ella, recibió también el sacramento de la
confirmación, el 13 de octubre de 1899.
Sus
padres, Martín y Eustaquia, supieron inculcar en sus hijos una profunda
religiosidad, siendo ésta la mayor herencia que les dejaron, ya que no
disponían de bienes materiales, aunque vivían dignamente de las labores
agrícolas, en las que colaboraban los hijos para contribuir a las necesidades
de la familia. En su infancia, Luis sobresalió por su docilidad, por su piedad
y por el amor a sus padres y hermanos.
Terminados
los estudios en la escuela elemental de su pueblo, un vecino de Villamorón
(Burgos), conocedor de sus dotes intelectuales y de su buena conducta, lo animó
a seguir d ejemplo de sus hijos, consagrados a Dios en la Congregación marista.
El 11 de septiembre de 1907, Luís ingresó en el seminario menor que los
Hermanos Maristas tenían en la localidad de Arceniega (Álava), donde comenzó su
preparación para ser hermano marista.
El
23 de diciembre de 1910, se trasladó a Las Avellanas (Lleida). Allí vistió el
hábito marista el 25 de julio de 1911. Se consagró a Dios con los primeros
votos anuales el 25 de julio de 1912 y emitió la profesión perpetua el 11 de
agosto de 1918.
Por
los informes que de él se han conservado, se puede asegurar que era un joven serio
y reflexivo, que se mostraba siempre correcto y sencillo y que disponía, como
así lo demostró, de cualidades especiales para la vida que Marcelino Champagnat
quería para sus hermanos.
El
Siervo de Dios comienza su vida apostólica en Lloret (Barcelona) y la termina
en Toledo. Son varios los colegios en los que desempeña su apostolado, con
estancias más bien cortas en ellos. En todos los colegios en los que estuvo,
los hermanos pudieron admirar en él el auténtico espíritu de Marcelino
Champagnat. Los testimonios que de él tenemos nos hablan de que “empleaba su
peculiar habilidad para un sinfín de menesteres en la comunidad y en el
colegio; por ejemplo, en Lucena fue operador de cine: realizaba éste y otros
menesteres con dedicación y esmero; por donde pasó, dejó recuerdo de persona
seria y convencida de su vocación religiosa”.
Así
lo demostró en los dos años que pasó cumpliendo el servicio militar en La
Coruña; tiempo que no alteró su ritmo de vida ni sus principios religiosos.
Cumplido el servicio militar, se incorporó a la vida religiosa sin ningún
titubeo.
Su
carácter apacible hacía que los hermanos recurrieran a él para solicitarle
cualquier servicio, seguros de ser atendidos con amabilidad y presteza. “Lo
recuerdo aún hoy con su amable sonrisa. Cumplía fielmente su oficio de
profesor, sin llamar la atención y con sumisión a sus superiores. Era un
religioso serio, reflexivo y servicial; como buen hermano marista, se
distinguía por su humildad, sencillez y modestia”.
En
1935, desde Málaga es trasladado a Toledo,
como miembro de la comunidad que dirigía el H. Cipriano José, su hermano carnal.
El 23 de agosto de 1936, los dos siguieron la misma suerte en la persecución,
ofreciendo generosamente su vida a Dios y derramando su sangre por Jesucristo,
del que eran fieles seguidores e imitadores.
El
éxito en la vida no tenía importancia para él ni deseaba triunfar en el mundo;
más bien aspiraba a entregarse por entero a la voluntad de Dios, lo que
manifiesta la grandeza y la rectitud de su alma. Por ello, quizá mereció ser
mártir de su fe. Por el sencillo hecho de ser religioso, fue asesinado en
Toledo el 23 de agosto de 1936.
69. HNO. ANACLETO LUIS (EMILIANO) BUSTO PÉREZ
Nació
Emiliano en Quintanilla San García, provincia y diócesis de Burgos, el 5 de
enero de 1913. Según se acostumbraba en aquella época, fue bautizado el día
siguiente. Recibió el sacramento de la confirmación en Balaguer (Lleida), el 19
de mayo de 1928. Sus padres fueron Natalio y Bárbara, quienes educaron en la fe
cristiana y en las prácticas religiosas a sus seis hijos. El Señor los premió
concediéndoles el favor de que dos de sus hijos ingresaran en la vida
religiosa.
La
infancia de Emiliano se desarrolló con toda normalidad, dentro de las
costumbres de su familia y de las de sus vecinos. Los buenos ejemplos y los
consejos de sus primos, estudiantes en el seminario marista, atrajeron a
Emiliano. El 16 de septiembre de 1924, ingresó en el seminario marista de
Arceniega (Álava) para empezar el periodo de formación. La vida del seminario,
con sus dificultades, y las correcciones de sus profesores no lo des- animaron;
todo lo contrario, lo fueron moldeando para acomodarse a la vida marista e ir
descubriendo su vocación religiosa.
El
13 de septiembre de 1927, se traslada a Las Avellanas (Lérida) para comenzar el
noviciado. El 8 de septiembre de 1928, viste el hábito marista y, según la
costumbre de la época, recibe el nombre de H. Anacleto Luís. Durante el año de
novicia- do, se afianza en su vocación de la que nunca dudó, aun en condiciones
adversas.
Después
del noviciado, emite los primeros votos anuales el 8 de septiembre de 1929. Por
espacio de un año, continúa su formación en Las Avellanas.
Su
experiencia como educador no fue muy larga. El curso escolar 1930-1931 lo pasó
en Barruelo de Santullán (Palencia), con los hijos de los mineros, dedicándose
con empeño a su educación, pero obteniendo escasos resultados. Su salud se
resintió y tuvo que abandonar su trabajo en Barruelo.
En
agosto de 1931, fue destinado a Toledo, donde permanecerá hasta su muerte.
Tampoco tuvo excesiva satisfacción en su nueva labor docente, pero no se
desespera por ello. En vez de desanimarse, se dedica a fortalecer más y más su
vida interior. A todas estas adversidades se añadían las que provenían de la
situación política en contra de la Iglesia y de las congregaciones religiosas.
Los contratiempos no arruinaban su tesón; más bien, lo fortalecían en su
vocación y le ayudaban a poner su confianza en Dios. Estas disposiciones de
ánimo son las que lo acompañaron, en el momento decisivo de la entrega de su
vida, durante la persecución religiosa desencadenada en la guerra civil
española. Fue asesinado en Toledo, el 23 de agosto de 1936, por ser religioso
marista.
Don Jorge López Teulón en Religión en Libertad
No hay comentarios:
Publicar un comentario
-elmunicipiotoledo- no se hace responsable de los comentarios de sus lectores. -elmunicipiotoledo- se reserva el derecho de arbitraje y censura. Se ruega que los comentarios no se realicen de forma anónima.
Contacto: elmunicipiotoledo@hotmail.com