En los sesenta años que lleva dedicándose a los demás, ¿cree usted
que este es el peor momento?
No, el peor, creo que no ha llegado. No sabemos cómo se va a presentar el
invierno pero, desde luego, duro va a ser. Y es una lástima. Yo nací en el 36 y
esto lo he pasado. Éramos nueve hermanos. He pasado mucho hambre hasta que me
metieron de fraile para que comiera.
¿Por qué dejó de ser fraile?
Porque hacía falta en mi casa. Mis padres lo estaban pasando mal. Y yo me
preguntaba: ¿por qué estar aquí pudiendo ganar un sueldo? Y me planteé salirme
y ponerme a trabajar y buscar un pisito. Lo que ganaba lo invertía en el piso y
luego en sábanas, cacerolas... Y cuando tenía de todo, fui al pueblo
(Menasalbas) a por mis padres. Mi madre no quería quedarse aquí porque donde se
nace y donde se está es donde realmente está la fuerza de la querencia. Yo
tenía las matriculas de mis hermanos hechas en Santiago del Arrabal. Lo tenía
todo hecho para llegar y que al día siguiente empezasen el colegio.
Hay una anécdota que usted siempre cuenta cuando le preguntan por qué se
decidió a ayudar a los pobres.
Creo que fue la primera persona a la que yo ayudé. Una niña fue al convento
donde yo estaba (el de Santa María de Huerta en Soria) y era parecidísima a una
hermana que yo tenía. Era finita, parece que la estoy viendo. Y llevaba un
cacharro pequeñito para llevarse leche. Yo le pregunté que cuántos eran en casa
y me dijo que eran doce hermanos y sus padres. Le dije que era poca leche para
todos y ella me respondió: «Hoy yo no tomo, hoy es para mis hermanos». Se ve
que la madre repartía la leche unos días a unos y otros a los otros. Entonces
le dije: «dile a tu madre que venga». La madre vino con una lata de bonito de
cinco kilos y yo se la llené de leche. Y creó que así empezó la historia.
¿Qué otras anécdotas recuerda?
Pues había una familia aquí en Toledo, que tenían mucho. Él se llamaba Marín y
ella Laura. Cuando venía alguien yo le preguntaba que qué querían, «dinero no
le puedo dar, ¿qué quiere?» Cada vez que una familia me pedía yo iba a la casa
de Marín y Laura y les pedía que le diera algo.
¿Alguna más?
Hay muchas. Recuerdo otra, de un matrimonio que tenían siete hijos y de la
noche a la mañana cada uno se fue por un lado y los niños se quedaron con la
abuela. La mujer mayor vino a pedir ayuda. Aquella tarde fue completa. Trajimos
a todos los niños a mi casa, los duchamos, los vestimos y los calzamos.
Luego los subimos al coche y nos lo pusieron hecho un asco, hasta se mearon.
Y otro caso. El de una niña que me pidió una cama y yo le pregunté que dónde
dormía si no tenía una. Me respondió que en cartones. Entonces le pregunté por
su madre y estaba un poco alejada, se ve que le daba vergüenza, y le pregunté
que si podía ver su casa. Vivían en una especie de sótano lleno de humedades.
Fuimos a una casa de muebles que había en la Trinidad, muebles Palomino, y
fuimos con la niña. Le pregunté al hombre si nos podía dar una cama y el
propietario dijo «te doy las que quieras» y la niña eligió la que quiso. Es que
había que hacerlo así.
¿Cómo hace para no deprimirse con todas estas historias tan tristes que usted
conoce a diario?
Pues nada, es que es así. Tiene que ser lo que Dios quiera. Cuando es una
congregación de muchas personas cada uno tira de un lado, pero aquí soy yo
solo. Tengo muchos que ayudan pero si tengo que ir a pedir algo, voy yo.
En los días de reparto ha llegado a haber 50 colaboradores, ¿cuántas personas
hay en la sede de ‘El socorro de los pobres’ habitualmente’?
Unos cinco o seis, en verano no hace falta más. Es necesario que esté abierto
para que si viene alguien se le dé alimentos. Se trata de que esté abierto
siempre.
¿Cuántas empresas colaboran con ‘El socorro de los pobres’?
De fuera no hay muchos pero los que hay son maravillosos. Telefoneo y a lo
mejor mandan diez ó doce mil kilos de alimentos y esos son los que realmente
resuelven la papeleta.
¿Cuántos kilos de alimentos han llegado a repartir?
Mucho, miles de kilos... muchos.
¿Cuántas personas han llegado a haber en las colas?
Dos mil y pico, las colas han llegado hasta la Escuela de Arte.
¿Y qué hacen para controlar el reparto para tanta gente, cuando se mezclan
pícaros y listillos que cogen más de lo que les corresponde?
A veces son muchos y ya se les conoce. Bueno, se levanta la mano. Cuando una
persona hace eso es porque anda muy mal. No son los diez o doce kilos que se
lleva de aquí, es que son muchos y les hace falta.
¿Se nota la diferencia entre la época de Navidad y el resto del año?
Sí, la diferencia es mucha. Del invierno al verano es como la noche al día. En invierno no hay nada. Ahora tenemos melones, sandías, tomates, dentro de poco la vendimia... pero en invierno no hay nada, no tienen dónde echar mano, ni al campo ni a nada.
Sí, la diferencia es mucha. Del invierno al verano es como la noche al día. En invierno no hay nada. Ahora tenemos melones, sandías, tomates, dentro de poco la vendimia... pero en invierno no hay nada, no tienen dónde echar mano, ni al campo ni a nada.
¿Por qué nunca quiere repartir dinero?
Nunca he tocado dinero. Yo me planteé dar de comer a los pobres, no me planteé
coger dinero para dárselo a los pobres. No puedo ir a una finca a pedir dinero
porque no siembran dinero, siembran patatas, siembran garbanzos, lentejas, que
es lo que me pueden dar. ¿Para qué quiero yo el dinero?, ¿para comprar camisas?
Pues pido camisas. ¿Dónde va el dinero?, a máquinas, a cubalibres... Pasa como
con la ropa usada. Si se pone una niña un vestido sabemos que ese vestido está
limpio. Pero que venga con la etiqueta.
¿Se ha planteado emprender otro tipo de acciones?
Me gustaría tener una residencia. Una residencia bonita, humana, donde reinara
la limpieza, el cariño para todos estos críos que son deficientes. Una casa con
jardín para que ellos vivieran bien y estuvieran ocupados. Pero como Dios no
haga un milagro y me toque la lotería... lo veo muy difícil.
¿Qué mejoraría de Toledo?
Si pudiese, es hacer esa residencia para esas personas y esos niños con
deficiencias. Y que las familias tuviesen allí su comida y su cobijo.
¿Las ayudas de las instituciones públicas se quedan cortas?
Sí, porque aquí hacen falta mucho, hacen falta muchos miles de kilos.
¿Qué opinión le merecen los políticos actuales?
En eso no puedo entrar, no lo entiendo. Yo lo que quiero es que se preocupen de
la gente, que tengan trabajo, que no estén sentados en su casa. Hay que
preocuparse de los demás, las personas deben tener siempre un pensamiento de
que les quieren.
¿Y cómo se hace eso?
Pues ayudando a los demás, pero sobre todo haciendo el bien y preocupándose de
los ciudadanos. La gente tiene que trabajar. Esta no es la solución. La culpa
es de las malas direcciones que hay, que están en lo suyo.
Y el nuevo papa Francisco, ¿qué opinión le merece?
Según estoy oyendo por los medios, parece que siempre se inclina por esas
personas más débiles, por los pobres... Lo que hay que hacer es hacerlo, no
sólo decirlo, dar órdenes para que lo hagan también los demás. Me parece muy
bonito. Por lo menos el hombre se preocupa por la pobreza.
Usted también es muy querido y conocido en Toledo, pero, ¿habría preferido el
anonimato?
Prefiero que me conozcan porque tengo llamadas de muchos sitios ofreciéndome
ropas y alimentos. Y eso es gracias a ustedes. Tengo gente que jamás me hubiese
imaginado que iban a colaborar.
Fundó la ONG ‘Socorro de los pobres’ en 1953, este año se cumplen 60
años, ¿tiene pensado hacer algún tipo de conmemoración?
Yo creo que no. Aquí lo importante es que siempre haya comida para las
familias. Lo demás, no es tan importante.
Recientemente ha sido operado de una angina de pecho, ¿cómo está usted de
salud?
Estoy bien, estoy flojo pero voy bien, noto que de vez en cuando, de semana en
semana, estoy más fuerte. Despacito, pero voy bien. Tengo que dar las gracias a
los médicos del hospital Virgen de la Salud por la operación. A Don Pedro de la
Iglesia y Don Luis López Almodóvar unos cardiólogos fenomenales y a Ana,
periodista del hospital.
¿Cómo fue su dolencia?
Me levanté una mañana y me dolía el pecho, y dije «caramba» y me bajé a
urgencias, me hicieron pruebas, me ingresaron y me dijeron que había que
operar. Pregunté que si de alguna manera con tratamiento no podía salir eso
adelante y me dijeron que no, que había que operar. Pero ahora esta muy bien
(enseña su cicatriz), muy sequito todo. Pero por dentro no se sabe como está,
hay que ir poco a poco.
¿Los problemas de salud le han hecho plantearse en algún momento dejar de
realizar su labor?
No, que sea lo que Dios quiera, yo tengo gente aquí y gracias a ella también
funciona esto. Gente maravillosa. Gente jubilada, gente que ha sido trabajadora
y que de alguna manera en vez de estar por ahí gastando tiempo, están aquí y
ayudan.
Usted ha dicho que la culpa de que no se retire la tienen los medios de
comunicación, ¿qué quiere decir con esto?
Porque les quiero mucho, desde hace muchos años me han ayudado mucho, han
ayudado lo indecible; ir a pedir patatas y que te conozcan, pues eso es muy
bonito, ustedes me van abriendo la puerta desde hace muchos años ya. Les tengo
que querer a la fuerza. Gracias a los medios de comunicación esto funciona
bien; limpiamente.
La Tribuna de Toledo
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Desde -elmunicipiotoledo- nos alegramos que Cipriano se encuentre
bien de salud tras su operación de angina de pecho.
Deseamos que durante muchos años Cipriano pueda seguir con su
labor en Toledo, para que pueda seguir ayudando a muchas personas necesitadas
de la ciudad.
Desde -elmunicipiotoledo- esperamos seguir colaborando con
Cipriano como ya hemos hecho alguna vez durante nuestros 3 años de vida pública.
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