El resultado final de las elecciones autonómicas vascas celebradas
este domingo ha sido el siguiente: Partido Nacionalista Vasco (PNV), 27
diputados; Euskal Herria Bildu (EH Bildu), 21 diputados; Partido Socialista de
Euskadi (PSE-EE), 16 diputados; Partido Popular (PP), 10 diputados; y Unión,
Progreso y Democracia (UPyD), 1 diputado.
Mientras que la participación electoral estuvo en torno al 66%, la
abstención rondó el 34%.
Estos últimos comicios electorales autonómicos vascos han servido,
entre otras cosas, para confirmar el auge electoral y la influencia social que
han adquirido en los últimos años, gracias a las competencias en Educación
cedidas por el Estado a las Comunidades Autónomas, las formaciones políticas de
corte separatista, independientemente de su posicionamiento de centro-derecha o
filocomunista. Ahora, con una amplia mayoría parlamentaria autonómica, tienen a
su disposición los órganos legislativos necesarios para sacar adelante todos
los proyectos políticos que se propongan (y eso es lo más preocupante de todo).
Este nuevo auge del separatismo contrasta radicalmente con la
pérdida de influencia de los dos grandes partidos políticos, el PP y el PSOE.
Ambos partidos, que durante la última legislatura mantuvieron una especie de
pacto para gobernar y dejar fuera del poder a los separatistas, han visto
reducida su presencia en el parlamento autonómico vasco. Y, si ya siendo
quienes gobernaban toleraron el regreso a la política oficial de los partidos
políticos del entorno de la banda terrorista ETA, resulta mejor no pensar en
cómo será su actuación frente a los separatistas estando en inferioridad
numérica en el parlamento autonómico.
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