domingo, 16 de septiembre de 2012

Su Santidad Benedicto XVI defiende el derecho del hombre a la vida y a la integridad durante su visita en Líbano.


El Papa su Santidad Benedicto XVI, que actualmente se encuentra de viaje diplomático en Líbano, ha llamado a los políticos, diplomáticos, religiosos, hombres y mujeres del mundo de la cultura de ese país a ser ejemplo de paz y a “dar testimonio con valor en su entorno, a tiempo y a destiempo, de que Dios quiere la paz y que confía en la paz”, un compromiso que “sólo será posible en una sociedad unida” y “por el respeto constante de la dignidad de cada persona y su participación responsable según sus capacidades, aportando lo mejor que tiene”. En esta línea, Benedicto XVI ha asegurado que “con el fin de construir y consolidar la paz, hay que volver incansablemente a los fundamentos del ser humano”. Ahondando aún más en el tema, el Papa ha justificado que “si se quiere la paz” hay que “defender la vida”, algo que “descalifica la guerra y los actos terroristas” y también “todo atentado contra la vida del ser humano, criatura querida por Dios”,señalando que “aún siendo más evidentes en los países que sufren conflictos armados, los atentados contra la integridad y la vida de las personas existen también en otros países”.
Como suele hacer habitualmente, Joshep Ratzinger ha dejado más de una reflexión interesante. Desde luego, las sociedades del mundo occidental actualmente no suelen encontrarse en situación de inestabilidad política, más allá de ocasionales sucesos; sin embargo, es muy cierto que la vida y la integridad del ser humano no son derechos fundamentales tan comprendidos y defendidos como se debiera en los países desarrollados, muy al contrario de lo que predican las Constituciones y las clases políticas de turno: como mejor ejemplo, tenemos el crimen del aborto, un crimen tolerado y legalizado que atenta claramente contra el derecho a la vida y contra el derecho a la integridad de seres humanos que por sus circunstancias no han podido terminar de desarrollarse en el útero de sus madres antes de salir al mundo.
Pero, probablemente, lo mejor de Joshep Ratzinger sea su ejemplo personal de compromiso por la paz. Mientras los líderes y responsables políticos de todo el mundo hacen cálculos y pronósticos acerca de lo que supondría un grave conflicto bélico en Oriente Próximo, tratando de hacer creer a la población al mismo tiempo que su objetivo es el de lograr llevar la estabilidad a aquellas naciones orientales, el Papa acude allí en persona para dialogar con representantes de las diferentes comunidades que cohabitan en los países como Líbano. Una vez más, frente a la arrogancia, prepotencia y egoísmo de la clase política gobernante en el mundo se ha vuelto a imponer la sencillez, la humildad y el verdadero compromiso del representante de todos los católicos del mundo.
 

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