El Gobierno insiste en hacer creer a los españoles que no ha cedido ante los chantajes de los terroristas.

“ETA en un comunicado de sus presos critica la posición del Gobierno y a ellos se les debe contestar: no la vamos a cambiar. No se negocia no se cede nada, ETA sólo tiene el fin de disolverse de manera incondicional”. Así ha hablado Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta de Gobierno, ante los medios de comunicación para tratar de hacer creer a los españoles que el Gobierno no ha traicionado a la sociedad al ceder nuevamente a otro chantaje de los miembros de la banda terrorista ETA.

 

Si el Gobierno no piensa cambiar su postura ante el problema del terrorismo, va a ser imposible que no ceda ante las exigencias de los terroristas. Si Bildu, Amaiur y hasta Sortu ha recibido el “bautizo” legal por parte de los tribunales españoles, ¿cómo esperan los dirigentes del Partido Popular que los españoles creamos que acatando las sentencias judiciales se va a poder solucionar la inseguridad que genera la existencia de la banda terrorista? Si un terrorista, apoyado por sus compañeros, inicia una huelga de hambre y encima se acaba saliendo con la suya, ¿piensa el Gobierno que los españoles vamos a creer que tienen intención de acabar con ETA?

 

En ningún momento estamos llamando a la creación de un GAL chapucero. Perfectamente, utilizando la mayoría parlamentaria de la que el Partido Popular dispone en el Congreso de los Diputados, podría reformarse la legislación referente al terrorismo de tal manera que de forma legal se asegurara un cumplimiento íntegro de las penas de los terroristas y se ahorrara así la humillación y el sufrimiento de las víctimas, las personas olvidadas por la clase política profesional de toda índole. Ahora bien, ¿le interesa ese asunto al Gobierno? ¿O será que su única preocupación consiste en estar atentos a las ordenes recibidas desde la Unión Europea en asuntos económicos, descuidándose y no dando importancia a las demás áreas de la política nacional?

 

Han sido muchos años de mentiras y sus propios actos les han dejado en evidencia. Desde el Partido Popular ya no pueden pedir ninguna credibilidad a la sociedad española respecto al problema de ETA. Sólo esperamos que los españoles se enteren de una vez de que la clase política siempre actúa de la misma manera ante estos problemas, independientemente de su tendencia. Ya va siendo hora de que nuestros compatriotas asuman que estos políticos ni nos representan ni se preocupan por el devenir de la nación española.