Dos vidas rotas a causa de la irresponsabilidad de los
médicos y de una actitud incomprensible de los padres. Esa es la única
conclusión a la que se puede llegar tras conocer la noticia de que el Defensor
del Paciente presentó una reclamación contra la Consejería de Salud de la Junta
de Andalucía a causa de un error cometido en una clínica abortiva a la que una
mujer acudió para abortar a un hijo enfermo (al que se le había detectado
previamente una cardiopatía fetal grave) y terminó muriendo, a causa del fallo
de los médicos encargados de llevar a cabo tan vil práctica, el hermano gemelo
sano. Tras descubrir el error, la mujer también optó por abortar el niño
enfermo que llevaba en sus entrañas y que había “escapado” de la primera
práctica abortiva.
No sabemos muy bien qué pensar tras leer estas noticias.
No nos entra en la cabeza que una mujer sea capaz de decidir la eliminación
física de la vida que crece en su interior. Pero, además, el fallo de los
médicos da mayor desgracia a la tragedia. ¿Se puede decir que vivamos en un
mundo justo cuando pasan esta serie de acontecimientos? Nuestra respuesta es
muy clara: ¡No!
No somos teólogos, pero estamos convencidos de que, a
partir del día de hoy, el cielo ya tiene a dos nuevos ángeles.
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