miércoles, 15 de julio de 2015

Page quiere que el rey atraiga empresas a Castilla-La Mancha


El rey Felipe VI recibió ayer durante una hora y cuarenta y cinco minutos al nuevo presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page que salió exultante de la reunión. «Ha sido muy gratificante y provechosa porque tiene un conocimiento muy detallado de la realidad del país pero también de Castilla-La Mancha y tiene un planteamiento de colaboración y de cordialidad institucional que es esencial en este momento»,  fueron sus primeras palabras al abandonar el complejo de La Zarzuela.
En Palacio la puntualidad es británica, así que la audiencia comenzó en punto. Cuando las manecillas del reloj marcaban las seis de la tarde se abrió la puerta del salón de audiencias y apareció el rey que saludó afectuosamente a García-Page y ambos posaron brevemente para la prensa antes de pasar al despacho de Felipe VI. No era la primera vez que Page visitaba La Zarzuela. De hecho, como el mismo presidente comentó, ya había estado en Palacio como alcalde de Toledo y como consejero del Gobierno en tiempos de José Bono, aunque en esas ocasiones reinaba aún Juan Carlos I.

Tampoco era el primer encuentro entre ambos ya con Don Felipe como rey de España. Quizás por eso el encuentro se alargó más de lo previsto, 105 minutos en los que hablaron «de todo, de la situación del país», afirmó Page. Sin embargo, el presidente confesó que lo que más le había interesado como responsable político de Castilla-La Mancha era «la colaboración institucional de la Corona» con la región en «el desarrollo económico, en las grandes infraestructuras pero fundamentalmente en la atracción de empresas», relató Page. «Es evidente que tiene que trabajar para toda España», reconoció pero dijo que esperaban «contar con su colaboración».

Según contó García-Page su mensaje al monarca había sido el de un «planteamiento razonablemente optimista de futuro» porque tiene «una confianza tremenda en la sociedad española», algo que, añadió, «se lo he notado a él también». A este respecto añadió que había visto a un Rey «bastante optimista respecto a la sociedad española». Y eso, comentó el presidente, a pesar de que «los momentos de crisis están pasando factura a muchas cosas, en parte también a la política». Pero, a su juicio,  «el país tiene una fuerza intrínseca» y la sociedad española «tiene un sexto sentido de estabilidad que se va a ir imponiendo» aunque «ahora no lo vemos».

Respecto a la figura de Felipe VI, García-Page aseguró que tras un año de reinado «la Corona funciona muy bien como institución que nos representa a todos» y aunque reconoció que «a unos les gustará más y a otros menos», las cosas «para la mayoría de la gente van muy bien» en lo que se refiere a la Casa Real. Tanto es así que, añadió, incluso quien «hace algún tiempo» podía discutir la monarquía «no lo considera ahora mismo un problema de este país».

La Constitución.

Page no entró en detalles concretos sobre los temas que había tratado con el rey pero sí reconoció que le había dado su opinión sobre la reforma de la Carta Magna, que es uno de los asuntos que promete encarar el líder del PSOE, Pedro Sánchez, si llega a La Moncloa. Así, aseguró, «la Constitución no es una piedra y menos una piedra que estorbe en el camino de la sociedad española». Por eso considera que «si abrimos el melón de la Constitución tiene que ser para que salga ganando la inmensa mayoría» ya que «hacerlo sólo pensando en cuestiones territoriales no es ni razonable, ni lógico ni prudente».

A su juicio, el Estado de las autonomías ya resuelve «en buena medida el problema de la descentralización del poder». La propuesta de Estado federal que hace su partido «no puede meter miedo a nadie porque en realidad es casi lo que tenemos». Y es que, según argumentó, «no nos atrevimos a llamarlo así en 1978 pero funcionamos casi como un Estado federal».

En este sentido García-Page aboga por «estar abiertos a la posibilidad de un cambio» en la Carta Magna pero considera que «es más fácil si es para sumar cosas que para renegar de algunas». Es más, asegura que la actual Constitución no contiene nada de lo que haya que «renegar» porque «es la mejor» que ha tenido España y es «plenamente válida en tanto que nos pongamos de acuerdo» en qué se debe reformar. En todo caso, asegura, esas modificaciones «no van a remover cimientos sino que van a reformar tabiques. El edificio es sólido y por tanto no se trata de cambiar de solar ni de cambiar de edificio, como mucho nos podemos plantear cambiar tabiques», concluyó.

Respecto al artículo 135, el que impone un rigor presupuestario en las cuentas públicas, aseguró que ni ayuda «ni probablemente tampoco estorbe». Una posición que contrasta con la del secretario general del PSOE que convertido la reforma de ese precepto en una de sus banderas electorales. A juicio de Page, sin embargo, el rigor en las cuentas públicas «lo diga o no la Constitución, lo impone la economía». En todo caso aboga por una reforma constitucional que consolide los derechos sociales de los españoles para que no sean sólo «testimoniales» y «salga ganando la inmensa mayoría».

La Tribuna de Toledo

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