jueves, 16 de julio de 2015

Las Navas de Tolosa: ocho siglos de la victoria cristiana que marcó el futuro de España y de Europa


La batalla de Alarcos, librada el 19 de julio del año 1195 en las cercanías de Ciudad Real, había significado un gran freno a la reconquista de España por parte de los diversos reinos cristianos españoles. Derrotados por los almohades (los musulmanes que habían unificado los reinos de taifas islámicos con el objetivo de hacer frente a los reinos cristianos), las nuevas fronteras entre cristianos y musulmanes se establecieron en las cercanías de Toledo, en torno al valle del Tajo y los montes de Toledo, suponiendo una constante inestabilidad para el reino cristiano de Castilla la cercana presencia de los almohades.

Ante la habitual y amenazante presencia de los musulmanes, además del conocimiento de un posible ataque islámico; el rey de Castilla, Alfonso VIII, se encargó de organizar una cruzada contra los almohades, contando con el apoyo de Rodrigo Ximénez de Rada, arzobispo de Toledo, y el Papa Inocencio III. Pero el reino de Castilla no fue el único que se unió a esta gran empresa. Los reyes de Aragón (Pedro II) y de Navarra (Sancho VII), personalmente, acudieron a luchar en la batalla junto a sus hombres; además, tropas portuguesas, voluntarios leoneses y órdenes militares (Santiago, Calatrava, San Juan de Malta, San Lázaro y Temple) tampoco quisieron faltar a la llamada de la cruzada de los cristianos castellanos contra los almohades musulmanes. En total, los reinos cristianos españoles lograron reunir una cantidad de alrededor de 70.000 hombres para hacer frente a la amenaza islámica.

Y no sólo eso: en un principio, cerca de 30.000 voluntarios europeos (conocidos como “ultramontanos”) habían acudido a la llamada de la lucha contra los musulmanes… pero, como se verá a continuación, la gran mayoría no estuvieron en el gran momento decisivo.

En el verano del año 1212, el 19 de junio, partieron los cristianos desde la ciudad de Toledo, rumbo al sur y al encuentro con las tropas almohades. Los cruzados cristianos reconquistaron la ciudad de Malagón, suceso tras el cual casi todos los voluntarios europeos optaron por abandonar la contienda a causa de la prohibición del rey castellano de saquear las ciudades tomadas (otro hecho del que se ha venido hablando es de que los extranjeros europeos no soportaban el calor del verano de Castilla). Sin embargo, unos 150 hombres del Languedoc, encabezados por el obispo de Narbona, no desistieron y continuaron al lado de los cristianos peninsulares.

Además, antes de entablar batalla directa contra el ejército almohade, los cristianos españoles tomaron también Calatrava, Alarcos y Caracuel.

El objetivo de los cristianos españoles era entablar combate con los almohades, muy superiores en número (su ejército se componía de 100.000 hombres), en campo abierto; pero el líder de los almohades, An-Nasir (conocido como “Miramamolín”), estableció a sus hombres estratégicamente en el valle de acceso donde tenía a su ejército y logró dejar a los cristianos entre medias de las montañas. Esta situación reducía el margen de maniobra de los cristianos; quienes, pese a todo, lograron descubrir un camino secreto gracias a un pastor, pudiendo así dirigirse contra el enemigo atravesando la sierra.

Los guerreros almohades se encontraban establecidos en la provincia de Jaén, en Las Navas de Tolosa. Allí logran llegar los cristianos el día 13 de julio de 1212, viviéndose durante el par de días siguientes una serie de escaramuzas. Por fin, el 16 de julio, comienza la batalla que pasará a la Historia de España por su importancia decisiva en el futuro de los siglos venideros.

La situación original, al entablar batalla, hace recordar a los cristianos la situación vivida años antes en la batalla de Alarcos, con las tropas cristianas sucumbiendo bajo las mortales flechas lanzadas por los arqueros musulmanes; sin embargo, tanto los reyes cristianos como el arzobispo de Toledo dirigieron la última carga cristiana cuando observaron que a los almohades apenas les quedaban efectivos que movilizar para la lucha. An-Nasir, derrotado, parece ser que huyó rumbo a Jaén subido en el primer animal montable que encontró: un burro.

La batalla de Las Navas de Tolosa significó el fin de toda posible amenaza islámica para los reinos peninsulares y europeos cristianos. Combatiendo en el bando almohade se encontraban numerosos hombres cuyo único objetivo era la guerra santa promulgada por el islam, la conocida “yihad”, con el fin de lograr la expulsión de los cristianos de la Península Ibérica. Sin embargo, la derrota de Las Navas de Tolosa anticipó la ruina y decadencia de Al-Andalus, la tierra española invadida por los musulmanes; algo que quedó confirmado con las posteriores conquistas de Jaén (1246) y de Sevilla (1248).

Además, entre otros aspectos, la batalla de Las Navas de Tolosa destacó por suponer el enfrentamiento de dos concepciones del mundo radicalmente opuestas: la cristiana europea y la musulmana oriental; y por significar el definitivo triunfo del cristianismo sobre el islam en el continente europeo, marcando así el futuro de la nación española y de la civilización europea durante los siglos posteriores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

-elmunicipiotoledo- no se hace responsable de los comentarios de sus lectores. -elmunicipiotoledo- se reserva el derecho de arbitraje y censura. Se ruega que los comentarios no se realicen de forma anónima.

Contacto: elmunicipiotoledo@hotmail.com