jueves, 24 de enero de 2013

Nuestra respuesta a Artur Mas y Ciu: la unidad de España no se discute.



 
El parlamento autonómico de Cataluña aprobó este miércoles una “declaración de soberanía” que considera a la región como un “sujeto político y jurídico” en base a unos “derechos históricos del pueblo catalán, en sus instituciones seculares y en la tradición jurídica catalana”. Esta misma declaración, que menciona una supuesta “situación de bloqueo” del Estado de España hacia los catalanes, insiste en una futura consulta a los catalanes para decidir sobre una hipotética secesión, escudándose para ello en los resultados electorales obtenidos en los últimos comicios autonómicos catalanes, donde el catalanismo (Ciu, ERC, CUP) obtuvo mayor representación que los partidos presuntamente nacionales (PP), los partidos defensores del Estado de las Autonomías (C´s) y los partidos ambiguos ante esta cuestión (PSC).
Históricamente ha sido algo habitual que el catalanismo haya aumentado su presión sobre el Estado español con el argumento del autogobierno o de la secesión en función de si los gobernantes de turno se plegaban en mayor o menor medida a sus exigencias.
Ahora, por lo tanto, no estamos viviendo nada nuevo. Además, la gravedad de la situación económica de la Comunidad Autónoma de Cataluña, unida a las impopulares políticas de recortes de Artur Mas y Ciu, han obligado a los catalanistas a desviar la atención de la opinión pública con el ya conocido recurso de apelar a la presunta opresión que el Estado español llevaría cometiendo desde hace siglos en Cataluña.
Y otra razón que hay que tener en cuenta para justificar esta nueva tendencia del catalanismo político: las constantes menciones a Cataluña como un “nuevo” Estado de la Unión Europea nos hacen sospechar que Artur Mas y su gente, conscientes de que ya no les queda nada más por exigir al Estado español, buscan una secesión que les haga tratar más directamente con los dirigentes de la Unión Europea, que es quien controla hoy la soberanía de las naciones europeas y quien tiene más poder que los Estados; de esta manera, el catalanismo cambiaría de superior político al que parasitar pero no su habitual táctica de apelar a los nobles sentimientos del pueblo catalán como excusa para obtener beneficios de grupo.
Como españoles conscientes de nuestra identidad lo tenemos muy claro: la unidad de España es indivisible (algo demostrado por unos cuantos siglos de Historia que ni Artur Mas ni CIU ni el catalanismo político al completo pueden saltarse cuando les venga en gana) y no puede someterse a discusión con algo tan simple como una votación, independientemente del carácter de legal o ilegal que se le conceda a la misma.
Por mucho ruido que hagan los catalanistas, se llamen como se llamen, todavía quedamos en España personas que defendemos la identidad de Cataluña como una región de una nación, España, que aglutina a diversos pueblos desde hace siglos con la intención de que esa unidad indivisible se siga manteniendo en el futuro.
 

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