El parlamento autonómico de Cataluña aprobó este
miércoles una “declaración de soberanía” que considera a la región como un “sujeto
político y jurídico” en base a unos “derechos históricos del pueblo
catalán, en sus instituciones seculares y en la tradición jurídica catalana”.
Esta misma declaración, que menciona una supuesta “situación de bloqueo”
del Estado de España hacia los catalanes, insiste en una futura consulta a los
catalanes para decidir sobre una hipotética secesión, escudándose para ello en
los resultados electorales obtenidos en los últimos comicios autonómicos
catalanes, donde el catalanismo (Ciu, ERC, CUP) obtuvo mayor representación que
los partidos presuntamente nacionales (PP), los partidos defensores del Estado
de las Autonomías (C´s) y los partidos ambiguos ante esta cuestión (PSC).
Históricamente ha sido algo habitual que el catalanismo
haya aumentado su presión sobre el Estado español con el argumento del
autogobierno o de la secesión en función de si los gobernantes de turno se
plegaban en mayor o menor medida a sus exigencias.
Ahora, por lo tanto, no estamos viviendo nada nuevo.
Además, la gravedad de la situación económica de la Comunidad Autónoma de
Cataluña, unida a las impopulares políticas de recortes de Artur Mas y Ciu, han
obligado a los catalanistas a desviar la atención de la opinión pública con el
ya conocido recurso de apelar a la presunta opresión que el Estado español
llevaría cometiendo desde hace siglos en Cataluña.
Y otra razón que hay que tener en cuenta para justificar
esta nueva tendencia del catalanismo político: las constantes menciones a
Cataluña como un “nuevo” Estado de la Unión Europea nos hacen sospechar que
Artur Mas y su gente, conscientes de que ya no les queda nada más por exigir al
Estado español, buscan una secesión que les haga tratar más directamente con
los dirigentes de la Unión Europea, que es quien controla hoy la soberanía de
las naciones europeas y quien tiene más poder que los Estados; de esta manera,
el catalanismo cambiaría de superior político al que parasitar pero no su
habitual táctica de apelar a los nobles sentimientos del pueblo catalán como
excusa para obtener beneficios de grupo.
Como españoles conscientes de nuestra identidad lo
tenemos muy claro: la unidad de España es indivisible (algo demostrado por unos
cuantos siglos de Historia que ni Artur Mas ni CIU ni el catalanismo político
al completo pueden saltarse cuando les venga en gana) y no puede someterse a
discusión con algo tan simple como una votación, independientemente del
carácter de legal o ilegal que se le conceda a la misma.
Por mucho ruido que hagan los catalanistas, se llamen
como se llamen, todavía quedamos en España personas que defendemos la identidad
de Cataluña como una región de una nación, España, que aglutina a diversos
pueblos desde hace siglos con la intención de que esa unidad indivisible se
siga manteniendo en el futuro.
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