lunes, 10 de diciembre de 2012

Consideraciones acerca del 6 de diciembre, aniversario de la Constitución Española de 1978.


 
 
El pasado jueves 6 de diciembre tuvieron lugar, en Madrid y en Barcelona, dos concentraciones para defender la unidad de España. La primera, organizada por la fundación Defensa de la Nación Española, se convocaba bajo el lema “España somos todos”; la segunda, cuya participación y organización tuvo, indudablemente, mucho más mérito, fue fruto del trabajo de las mismas personas que habían llamado a la rebelión cívica contra el separatismo catalanista el pasado 12 de octubre.
Y, pese al trabajo que los miembros de -elmunicipiotoledo- tuvimos el día 6 con motivo de la Jornada de Reflexión que habíamos organizado en la ciudad de Toledo, en todo momento tratamos de estar enterados de lo que sucedía en Madrid y en Barcelona.
Nuestra postura ante el asunto es bastante compleja. Por un lado, no podemos ver con malos ojos una concentración con motivo de la defensa de la unidad de España; por otra parte, no creemos conveniente que esa causa se vincule por razones políticas a la defensa de la Constitución Española de 1978.
España es un proyecto histórico con más de cinco siglos de antigüedad que todavía puede seguir aportando buenos frutos a Europa y al resto del mundo; por eso, no vemos que sea lo más adecuado el relacionar la defensa de la unidad de España con lo establecido en una Carta Magna, que ya es fruto de una serie de ideas políticas en particular. Porque, ¿y si la Constitución no proclamara la unidad indivisible de España? ¿Habría que defenderla igualmente?
Las leyes están para ser respetadas porque son el instrumento del Estado para regir la convivencia dentro de una sociedad. No obstante, las leyes y el Estado han de estar sujetos a una serie de principios inmutables que no dependan de la voluntad de los gobernantes de turno. Y la persistencia de España en el futuro como nación y como proyecto histórico ha de estar por encima de intereses políticos particulares.
Por lo tanto, la desobediencia civil a una Constitución que no defendiera la unidad de España estaría más que justificada por parte de todos aquellos que consideramos que España es indivisible al margen de lo que señale la Carta Magna actual.
Está claro que no todo en la Constitución Española de 1978 es malo. Como mejor ejemplo de esto encontramos el Capítulo III, donde se establecen una serie de principios que deben orientar toda política económica y social, destacando la protección a las familias, el derecho a una vivienda digna, la protección de la salud, la defensa de los consumidores… Sin embargo, ocurre lo mismo que cuando se habla de la unidad indivisible de España: si la Norma Suprema del ordenamiento jurídico establece unos principios y luego éstos no se cumplen, ¿de qué sirve que aparezcan en la Constitución? ¿Y de qué sirve defender una Constitución que no se cumple?
Aún asumiendo que, pese a sus fallos, la Constitución de 1978 pueda tener algún capítulo positivo, tenemos muy claro que la defensa de la unidad de España ha de ser defendida fuera de intereses políticos partidistas y no por lo establecido en la ley, sino por el orgullo de pertenecer a una nación que ha llevado la civilización a tierras en su día oscuras y sumidas en el horror y que ha luchado por la unidad espiritual del continente europeo. Nuestros logros históricos y lo que el futuro pueda depararnos, y no lo que establezca una Constitución, son nuestros argumentos para defender y reivindicar la unidad bajo el mismo proyecto de todas las gentes de España.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

-elmunicipiotoledo- no se hace responsable de los comentarios de sus lectores. -elmunicipiotoledo- se reserva el derecho de arbitraje y censura. Se ruega que los comentarios no se realicen de forma anónima.

Contacto: elmunicipiotoledo@hotmail.com