Interesante Artículo de Jorge Juan Perales en el
portal de pensamiento Joseantoniano Hispaniainfo.
El Hombre, el
ser humano, la persona de la especie humana tanto del género masculino como
femenino; criatura humana creada por Dios,- el Dios de la Biblia, el Dios de
Abraham- a su imagen y semejanza como culminación de su Obra, viendo que era
buena a hasta tal grado de identificación que se Encarna en él,- en el hombre
Jesús de Nazaret, de la estirpe de David- como Hijo de Dios, como Hijo del
Hombre, como manifestación de su máximo Amor, verdadero y supremo Valor Eterno;
es el núcleo sustancial de la doctrina joseantoniana, encontrando sentido y
fundamento a sus postulados ideológicos socio-políticos, concebidos para que la
persona humana – todas las personas humanas sin excepción alguna- portadoras
del valor de la libertad, de razón e inteligencia, de la capacidad para decidir
entre el bien y el mal; del valor de la dignidad recibida por el Señor del
Universo, desde el momento mismo de la concepción como sello de su sacralidad;
del valor de la integridad con un cuerpo material y un alma espiritual en Unidad,
inseparables para la existencia humana terrenal, conformando un todo, mente,
cuerpo y espíritu, animado por el Soplo de la Vida, que conserva todas sus
esencias humanas y divinas hasta el momento mismo de la muerte, en donde la
trascendencia tiene su destino final en el encuentro con su Creador, en donde
el sentido último de la supremacía de lo espiritual encuentra su recompensa de
salvación o condena, el gozo permanente del Bien o su ausencia. Por este
Hombre, los hombres que se adhieren y se proclaman seguidores del pensamiento
joseantoniano, proponen un modelo de sociedad coherente con estos valores; por
lo que una Justicia Social entroncada en la ley Natural se hace necesaria para
que el bien común conforme una sociedad de hombres libres, armoniosa, en paz y
democrática, en donde el Pan esté al alcance del hombre trabajador y de su
familia, saciando sus necesidades primordiales, embarcado en un proyecto de
unidad de vida en común, apuntando a fines Universales, hacia un destino
ganador, si es merecido, de la Eternidad en el Paraíso prometido.
“Queremos menos palabrería liberal y más
respeto a la libertad profunda del hombre. Porque sólo se respeta la libertad
del hombre cuando se le estima, como nosotros le estimamos, portador de valores
eternos; cuando se le estima envoltura corporal de un alma que es capaz de
condenarse y de salvarse. Sólo cuando al hombre se le considera así, se puede
decir que se respeta de veras su libertad, y más todavía si esa libertad se
conjuga, como nosotros pretendemos, en un sistema de autoridad, de jerarquía y
de orden”. (Discurso de la Fundación de Falange Española pronunciado por José
Antonio Primo de Rivera en el Teatro de la Comedia de Madrid, el día 29 de
octubre de 1933)
Falange Española considera al hombre como
conjunto de un cuerpo y un alma; es decir, como capaz de un destino eterno,
como portador de valores eternos. Así, pues, el máximo respeto se tributa a la
dignidad humana, a la integridad del hombre y a su libertad. (Puntos iniciales.
FE, núm.1, 7 de diciembre de 1933)
La dignidad humana, la integridad del hombre
y su libertad son valores eternos e intangibles. (Norma programática de FE de
las JONS redactada en noviembre de 1934).
Basta con leer
atentamente estas palabras de José Antonio Primo de Rivera en la presentación
pública de Falange Española y en sus escritos programáticos para comprender la
profundidad y la solidez de su pensamiento en cuanto fija el reconocimiento y
el respeto a la libertad profunda del hombre como valor innegociable, inmutable
y eterno. Nótese, igualmente, que cuando José Antonio, cuando la Falange habla
del Hombre, no hace distinción ni exclusiones por el color de la piel, por los
rasgos étnicos, tradiciones culturales, creencias religiosas, sexos, clase,
género, edad, condición social, ideologías, taras físicas o psíquicas, nobleza
o poder adquisitivo o lugar de nacimiento. Nótese, igualmente, que cuando José
Antonio, cuando la Falange, desarrolla el concepto de Patria como “Unidad de
destino en lo Universal” no lo justifica en la raza, ni en el territorio, ni en
la lengua, ni siquiera en la cultura. Dijo José Antonio en el teatro Calderón
de Valladolid el 4 de marzo de 1934:
“… una Patria no es aquello inmediato, físico, que
podemos percibir hasta en el estado más primitivo de espontaneidad. Que una
Patria no es el sabor del agua de esta fuente, no es el color de la tierra de
estos sotos: que una Patria es una misión en la historia, una misión en lo
universal. La vida de todos los pueblos es una lucha trágica entre lo
espontáneo y lo histórico.”
La Patria está
en la misión, en el compromiso de los hombres que asumen y se suman a los
valores del destino común como pueblo. Para España, para la Hispanidad,
bienvenidos los hombres que quemando las naves de su yo individual, en unidad
libre y voluntaria se prestan a transitar por los caminos inciertos de la
historia hacia la supremacía de lo espiritual, Imperio de libertad, Pan y
Justicia, dejando huella del quehacer patrio en un devenir continuo en el
tiempo. La Patria para la Falange es la estela inmaterial que ilumina el tiempo
y el espacio que van dejando atrás el movimiento constructivo de hombres,
unidos hacia un fin Universal cuyo destino intuyen como misión espiritual y
Divina. Se es patriota cuando se forma parte, cuando se tiene conciencia de
Unidad de pueblo haciendo historia que trasciende a él y a ellos. A la Falange
Española le duele la oscuridad de los hombres y de los pueblos cuando
materializan a la Patria convirtiéndola en mercancía o en sensiblería emocional
de palabras o comportamientos o símbolos sin significado trascendente y
Universal. No hay Patria sin hombres, sin Unidad de hombres, que se saben
portadores de valores eternos y buscan la excelencia en la historia de la
humanidad, para divisar en el horizonte la Tierra Prometida, el Cielo anhelado,
con la esperanza de aportar lo mejor de sí mismos, en la misión Universal del
Hombre, que está impresa a fuego indestructible en lo más profundo de cada
célula, de cada Alma, de cada hombre. Entre la acción libre de lo espontáneo y las
circunstancias de cada presente histórico, España, siempre respondió, en ésta
lucha trágica pero gloriosa, por su misión Católica, elevando el Imperio a la
categoría de lo espiritual.
“Es preciso configurar un nuevo orden, y
éste es el destino de España en nuestros días. Tenemos que afanarnos por salvar
a España y al mundo entero. El orden nuevo tiene que arrancar de la propia
existencia del hombre, del reconocimiento de su libertad y dignidad. La
libertad del hombre y la dignidad humana son valores eternos e intangibles. El
orden nuevo ha de arrancar de la existencia del hombre como portador de valores
eternos. No participamos, pues, del panteísmo estatal.”(Conferencia pronunciada
por José Antonio Primo de Rivera en Zaragoza, en el Cinema Alhambra, en el curso
organizado por el Ateneo, sobre el tema “El Nuevo Orden” EL Domingo 17 de
Febrero de 1935.
Para José
Antonio, para la Falange, el Estado no es el Todo, ”No participamos, pues, del panteísmo estatal”
el Estado es todos, es para todos, está
al servicio de todos, de todos los hombres enrolados en la misión común, en el
proyecto de destino histórico universal asumiendo, eso sí, la
responsabilidad del ejercicio de la autoridad, de la jerarquía y del orden
necesario para que todo funcione, se alcancen los objetivos deseados y sobre
todo que garantice la defensa de los valores eternos de cada uno de los hombres
que le conforman, así como, la administración de Justicia y la seguridad
individual, comunal y nacional. Dice José Antonio en esta misma conferencia en
Zaragoza: “El Estado totalitario no puede
salvarnos tampoco de la invasión de los bárbaros, además de que lo totalitario
no puede existir”. O en el Teatro
Calderón de Valladolid el día 3 de marzo de 1935 “Otra pretendida solución son los Estados totalitarios. Pero los
Estados totalitarios no existen”.
El Estado no es el Hombre, el Estado no posee, no es depositario, ni es
portador de valores eternos, el Estado es un instrumento de servicio para el
bien del hombre y de la Patria que edifica. Lo totalitario anula los valores
intangibles y eternos cuya titularidad es de pertenecía exclusiva del Hombre.
El Estado no tiene alma, ni ninguna cualidad o atributos divinos, ni es libre
ni digno por sí mismo, lo es en cuanto sirve a la libertad, a la integridad y
dignidad de los hombres que le dan sentido, verdaderos portadores de los
valores eternos. Es totalitario el panteísmo en cuanto que todo lo abarca, todo
lo ocupa, todo lo explica, no hay nada fuera de él que no sea él. Niega por
tanto a Dios, a un Dios personal Creador y Padre, ocupando su lugar, bien sea
como Estado o como Naturaleza cósmica. El “Todo es dios”, “el hombre es dios”,
“la naturaleza es dios” del Estado panteísta totalitario que se autoarroga la
personalidad de Dios en sí mismo, en el que todos los poderes y todas las cosas
le pertenecen, mostrándose todopoderoso; todo lo totalitario es dictadura
ególatra y egocéntrica que termina, cuando no comienza, actuando tiránicamente,
no reconociendo al Hombre sus valores eternos que le son consustanciales. El
Estado totalitario no puede admitirse si el Hombre, como la Falange de José
Antonio afirma, es el único portador de los valores eternos.
Dice el gran Chesterton: “La esencia de todo
panteísmo, evolucionismo, religión cósmica moderna, (etc.) está realmente en
esta proposición, si Ud. insiste en ver a la Naturaleza como una madre,
descubrirá muy pronto que más bien es una madrastra. El punto principal que ha
querido hacer el Cristianismo ha sido este: que la Naturaleza no es nuestra
madre, sino nuestra hermana. Podemos estar, quizá, orgullosos de sus bellezas,
ya que tenemos el mismo Padre; pero ella no tiene autoridad alguna sobre
nosotros; tenemos mucho que admirar, pero no, necesariamente, que imitar.”
Podría decir
la Falange: Si Ud. insiste en ver al Estado como un padre, descubrirá muy
pronto que más bien es un padrastro. El punto principal que ha querido hacer
ver el pensamiento joseantoniano ha sido este: que el Estado no es un padre, ni
un dios, ni tampoco un ente vacio o hueco o ausente o vulnerable ; sino que
tiene que ser un instrumento de servicio, que sirve para que la sociedad
organizada alcance el Pan, la Patria y la Justicia para todos y cada uno de los
hombres que como pueblo le confieren la autoridad, dotado de leyes justas,
sujeto a unas normas permanentes e inmutables de alto valor moral que tanto el
Estado como el Individuo saben que tienen que defender y cumplir; así el Estado
es el hogar, la casa que acoge, reconoce y realza los valores eternos de cada
uno de sus miembros y de la grandeza y la libertad de la Sociedad de la que
forman parte, interviniendo los hombres en el Estado en función de la labor que
desempeñan socialmente y sirviéndole en tanto cumplidor de una misión de
destino, armónicamente vivida, y solidariamente ejecutada. Orgullosos del
Estado, así construido, pero hombres libres defensores de una Justicia Social
que abrace el Bien Común y desee los mismos valores, los mismos bienes, para
los otros Estados y para todos los Hombres. Un Estado para los hombres que
respete la personalidad individual sin absorberla ni anularla. Un Estado que no
convierta al trabajador en una pieza deshumanizada en la estructura de las
empresas capitalistas o estatales, sometido a la tiranía de la producción
mecánica sin medida o al interés de una elite o de una clase o de un partido o
de un dictador endiosado o de un poder externo imperialista. Un Estado como
síntesis de la Unidad Nacional, proyectada al cumplimiento del destino común en
la historia, regido por normas de valor permanente e inmutables, de valor
universal, válidas en todo tiempo y aconteceres. La fortaleza del Estado está
en la Unidad existente entre los hombres organizados para un fin común, para un
solo destino; Estado y hombres en armonía hacia un mismo Objetivo, afirmando a
la Patria en su misión universal e histórica y procurando la felicidad y el
bien del mayor número posible de los hombres, de los hombres que trabajen, que
cumplan una función: “Todos los españoles no
impedidos tienen el deber del trabajo. El Estado Nacionalsindicalista no tendrá
la menor consideración al que no cumple función alguna y aspire a vivir como
convidado a costa del esfuerzo de los demás” (punto 16 de FE de las JONS.
Año 1934)
Volvía José
Antonio un mes después a reafirmarse en la exaltación de los valores eternos
del hombre y a alejarse del panteísmo estatal de otra ideología totalitaria,
esta vez la social-comunista-marxista que a fuerza de querer negar a Dios
arrasaba con el Hombre, considerándole un producto materialista de la economía,
de la cultura y de la historia, arrebatándole la libertad y la dignidad como
persona, sometiéndole a los designios de un Estado opresor y absorbente, que
con la promesa de un “paraíso final” le esclavizaba apoderándose de su trabajo
y de su destino.
Frente al desdeñoso “Libertad, ¿para qué?”,
de Lenin, nosotros comenzamos por afirmar la libertad del individuo, por
reconocer al individuo. Nosotros, tachados de defender un panteísmo estatal,
empezamos por aceptar la realidad del individuo libre, portador de valores
eternos”. (Conferencia pronunciada por José Antonio Primo de Rivera en el curso
de formación organizado por F.E. de las J.O.N.S. el día 28 de marzo de 1935)
Pocos párrafos
entresacados de un discurso de José Antonio Primo de Rivera tienen, a mi
entender, tanta fuerza de síntesis explicativa, tanta claridad expositiva,
tanta potencia revolucionaria, tanta actualidad, tanta buena fe y finura
política, como este en el cine Madrid, de Madrid, en el que el fundador de
Falange Española, expone el modelo de sociedad, el sistema nuevo, que su
pensamiento, el pensamiento joseantoniano, propone para que todos los hombres
–portadores de valores eternos- alcancen al más alto grado el Pan, la Patria y
la Justicia, el Trabajo, la Paz y la Libertad, objetivos de la Revolución
Nacionalsindicalista:
“…la construcción de un orden nuevo la
tenemos que empezar por el hombre, por el individuo, como occidentales, como
españoles y como cristianos; tenemos que empezar por el hombre y pasar por sus
unidades orgánicas, y así subiremos del hombre a la familia, y de la familia al
Municipio y, por otra parte, al Sindicato, y culminaremos en el Estado, que
será la armonía de todo. De tal manera, en esta concepción
político-histórico-moral con que nosotros contemplamos el mundo, tenemos
implícita la solución económica; desmontaremos el aparato económico de la
propiedad capitalista que absorbe todos los beneficios, para sustituirlo por la
propiedad individual, por la propiedad familiar, por la propiedad comunal y por
la propiedad sindical” (Discurso pronunciado por José
Antonio Primo de Rivera en el cine Madrid, en Madrid, el 19 de mayo de 1935)
http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0117.html
El Hombre
Universal y Eterno que se conmueve con la belleza de la Naturaleza, reflejo de
su Autor y la recrea en Altamira, en la Pirámides, en los Templos, en las
Sinagogas, en las Catedrales o en las Mezquitas; en la Capilla Sixtina o en la
Piedad o en el David de Miguel Ángel; capaz de componer piezas musicales que
emocionan profundamente al ser humano que las escucha, que en expresión
consciente ríe y llora, se alegra o se entristece, sufre o goza, ama u odia,
imagina, habla, canta, piensa, escribe y es poeta. Este Ser Humano, única
criatura que camina bípeda, erecta, vertical, que puede mirar al cielo
balanceando su cuello – único ser creado que puede hacerlo;- como es el único
que presenta el dedo pulgar de las manos enfrentado al resto para poder asir;
como es el único que sabe que su existencia terrenal termina con la muerte
física; como es el único que posee inteligencia para ir descubriendo las leyes
de la Creación y beneficiarse de ellas; que sabe de la existencia de verdades
objetivas, de valores éticos, de normas permanentes e inmutables, de valor
universal, impresas en la Ley Natural, que no están sujetas a su voluntad, ni a
la moda, ni a sus intereses particulares. Este Hombre, este Adán y Eva, con libertad
para poder elegir entre el bien y el mal, de transgredir o respetar la voluntad
de su Creador, de destruirse así mismo tal como hizo Caín en la persona de su
hermano Abel, es merecedor,- si reconoce al Bien y se acoge a su misericordia-,
por ser portador de valores eternos, por tener su vida un carácter sagrado, del
Amor y del Perdón, del Pan, la Patria y la Justicia, del mejor destino posible:
la Patria Celestial, Reino de Libertad y Felicidad eterna, Imperio espiritual
buscado por la Humanidad,- en todos los tiempos-, en donde estará saciado de
Pan de Vida, alimento de amor perpetuo, en adoración permanente a su Señor,-
grato trabajo-, recompensa final con plenitud de sabiduría y conocimiento en el
Amor total, en la Bondad infinita.
“La única manera de resolver la cuestión es
alterando de arriba abajo la organización de la economía. Esta revolución en la
economía no va a consistir –como dicen por ahí que queremos nosotros los que
todo lo dicen porque se les pega al oído, sin dedicar cinco minutos a
examinarlo– en la absorción del individuo por el Estado, en el panteísmo
estatal.
Precisamente la revolución total, la
organización total de Europa, tiene que empezar por el individuo, porque el que
más ha padecido con este desquiciamiento, el que ha llegado a ser una molécula
pura, sin personalidad, sin sustancia, sin contenido, sin existencia, es el
pobre individuo, que se ha quedado el último para percibir las ventajas de la
vida. Toda la organización, toda la revolución nueva, todo el fortalecimiento del
Estado y toda la reorganización económica, irán encaminados a que se incorporen
al disfrute de las ventajas esas masas enormes desarraigadas por la economía
liberal y por el conato comunista”. (Conferencia pronunciada en el Círculo
Mercantil de Madrid, por José Antonio Primo de Rivera, el día 9 de Abril de
1935) http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0103.html
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