miércoles, 19 de septiembre de 2012

Breve biografía del verdadero Santiago Carrillo.


 
 
El asunto más interesante para la opinión pública en estos momentos es el de la muerte de Santiago Carrillo, el histórico dirigente del Partido Comunista de España que recientemente ha fallecido a los 97 años. Como era de esperar, multitud de representantes de la clase política, incluso de la monarquía borbónica contra la que el propio Carrillo luchó en su día, han comunicado multitud de elogios hacia su persona.
¿Pero quién era realmente Santiago Carrillo?
Santiago Carrillo fue hijo de Wenceslao Carrillo, dirigente nacional del PSOE y UGT en 1924.
Desde la proclamación de la Segunda República, Santiago Carrillo colaboró de forma activa con el grupo armado Vindicación, responsable de varios asesinatos a opositores políticos de los socialistas, y con las Juventudes Socialistas, siendo integrante de la facción liderada por Francisco Largo Caballero y partidaria de la sovietización ideológica del partido. En 1934 Carrillo participó en el intento de golpe de Estado que el PSOE inició en la región de Asturias, siendo detenido y liberado en 1936 como consecuencia de la “amnistía” que la coalición del Frente Popular concedió a innumerables detenidos por pistolerismo y acciones violentas apelando a que esos detenidos eran “presos políticos”. Tras abandonar la prisión, Carrillo fue uno de los artífices de la unificación de las juventudes socialistas y comunistas en las Juventudes Socialistas Unificadas, ideológicamente afines a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Comenzada la Guerra Civil, Carrillo abandonó el PSOE y se hizo miembro del Partido Comunista de España. Después, se le hizo Consejero de Orden Público por parte de la Junta de Defensa de Madrid, siendo este el episodio de su vida que le inscribiría para siempre en una de las páginas más negras de la Historia de España. Gracias a la influencia de su cargo, Carrillo ordenó evacuar varias cárceles de Madrid, cuyos presos eran subidos en camiones y fusilados en las localidades madrileñas de Paracuellos del Jarama. Las cifras de estos asesinatos en masa oscilan según las fuentes, pero van desde los 3.000 hasta los 12.000 el número de personas, de toda condición, sexo y edad, asesinados por el Frente Popular y responsabilidad del cargo de Santiago Carrillo.
Exiliado en Francia tras la Guerra Civil, Carrillo recibió el encargo de organizar a las reducidas tropas de hombres armados que entrarían en España para hacer frente al nuevo régimen vencedor de la contienda, pero terminó dejando a muchos abandonados a merced del franquismo tras cambiar de postura (hecho que le ha provocado no contar también con las simpatías de un sector del comunismo español).
Durante estos años de exilio también logró la secretaría general del PCE, en unos momentos en los que los comunistas no podían seguir aprobando el ya desaparecido estalinismo y en los que comenzaron a apelar a su postura “democrática”.
Tras la muerte de Francisco Franco, Carrillo regresa a España y se reúne con el nuevo presidente de gobierno, Adolfo Suárez. A cambio de la legalidad del PCE, Carrillo acepta dejar de reivindicar el modelo republicano y asumir a la monarquía y a la bandera bicolor como símbolos del Estado español. Además, en este tiempo es cuando presenta su apoyo al “eurocomunismo”, una revisión del comunismo tradicional que trataba de quitar de en medio su imagen totalitaria y mostrar una más abierta y tolerante. Finalmente, Carrillo se salió con la suya el 9 de abril de 1977, cuando el PCE fue por fin legalizado.
Tras los comicios electorales que siguieron a esa fecha, Carrillo salió elegido diputado por la provincia de Madrid y mantuvo su escaño en el Congreso de los Diputados hasta el año 1986, tiempo en el cual fue uno de los protagonistas del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 tras ser uno de los más buscados por los autores materiales de dicho suceso.
Expulsado del PCE en 1985, Carrillo vivió hasta ahora en la sombra de la política, apareciendo ocasionalmente para negar su implicación en los asesinatos de Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz y para recibir homenajes por su compromiso con la “libertad” y con la “democracia”.
La biografía de Santiago Carrillo sólo es la biografía de un farsante. Carrillo siempre fue admirador, como buen comunista que era, del totalitarismo excluyente de la fe y absorbente del individuo en el Estado; además, nunca tuvo valor ni para asumir su responsabilidad en los crímenes de Paracuellos y Torrejón, como tampoco lo tuvo para luchar de verdad contra ese régimen del cual siempre echaba criticas (lo máximo que hizo Carrillo contra el régimen de Franco fue dar órdenes a la militancia que sí residía en España y proponer que el general fuera fusilado en las tapias del palacio de El Pardo).
Ahora toda la clase política le elogiará cuanto quiera, pero esos elogios no podrán ocultar nunca las fosas comunes de muchos miles de muertos que reposan en algunas tierras madrileñas (unos muertos a los que los partidarios de la “Memoria Histórica” nunca quieren recordar).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El responsable de este artículo es un perfecto farsante,no hubo ningún historiador que hubiese manifestado la existencia de ninguna prueba que reflejase la responsabilidad de Carrillo en lo de Paracuellos.

Anónimo dijo...

Lamento discrepar con el comentario anterior.
La mejor prueba de toda la vinculación entre los asesinatos de Paracuellos y la responsabilidad de Carrillo está en que éste era el responsable de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid en aquella época.
Pero es más recomendable leer las siguientes líneas de un artículo reciente del historiador Ángel David Martín Rubio:

Los testimonios más decisivos acerca de la responsabilidad del propio Carrillo han sido aportados por los historiadores que se han ocupado a fondo del problema como Rafael Casas de la Vega y Ricardo de la Cierva y resultan abrumadores por ser contemporáneos o poco posteriores a los sucesos. Se trata de las Actas de la Junta de Defensa de Madrid, en las que Carrillo recaba para sí toda la autoridad en los traslados de presos. Primero se atreve a decir que la evacuación aún no se había iniciado; se olvida de los días 7 y 8. Luego, corregido por el comunista Diéguez, reconoce que la evacuación se ha suspendido ante las protestas del cuerpo diplomático (que se produjeron, precisamente, al tener noticia de los fusilamientos masivos). En el mismo sentido habría que situar discursos del propio Carrillo como la alocución por Unión Radio (12-noviembre-36) y el Pleno del Comité Central del Partido Comunista (7/8-marzo-1937) o la declaración de Ramón Torrecilla (miembro del Consejo de Orden Público) ante la Causa General.

Todos ellos vienen a coincidir en presentar a Carrillo como el ejecutor penúltimo, el eslabón de una cadena en la que también participaron Manuel Muñoz Martínez, Director General de Seguridad, Ángel Galarza, ministro de la Gobernación, y Mikhail Kolstov, delegado soviético en España que reconoce en su propio diario de guerra su responsabilidad. Entre todos, y con la colaboración de funcionarios y milicianos, pusieron en funcionamiento una extraordinaria maquinaria represiva de la que tenía perfecto conocimiento el Gobierno de la República ya instalado en Valencia. El tiempo transcurrido (casi un mes) es indicio más que suficiente de que ni siquiera se intentó algo eficaz para que cesaran las matanzas.

Una prueba más del carácter sistemático de las sacas es la intervención del director de Prisiones, el anarquista Melchor Rodríguez, que les pone drásticamente final aunque no por ello termina la violencia pues se siguen cometiendo asesinatos y en los años siguientes el terror en el Madrid rojo estará protagonizado especialmente por la actuación policial y la depuración en el seno del Ejército Popular.
http://tradiciondigital.es/2012/09/19/carrilo-las-autoridades-y-el-terror-rojo/

Y también se ha publicado otro artículo llamativo sobre el tema en ABC:
http://www.abc.es/20110923/espana/abci-paracuellos-ejecucion-inmediata-201209231451.html

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