Amparo Camarero, secretaria general
de Universidades del ministerio de Educación del Partido Popular, presentó este
pasado viernes por la mañana en Madrid el informe "Universidades y
Normativas de Permanencia. Reflexiones para el futuro", afirmando que
"una reflexión sobre las normas de permanencia de los alumnos
universitarios y un replanteamiento de los precios de las segundas y sucesivas
matrículas es más que conveniente en este momento".
Parece ser que, como consecuencia de
la crisis económica, debe ser la escuela pública quien pague los platos rotos
sufriendo los recortes y no las pensiones vitalicias, los coches oficiales o
los sueldos de la clase política.
No se puede negar que el sistema
educativo español ha formado a jóvenes que ante el esfuerzo no son capaces de
dar lo mejor de sí. Pero, por desgracia, esto lleva pasando varias décadas y no
se puede decir que sea muy justo que, ahora cuando no hay dinero, sean los
estudiantes con menos recursos quienes sufran un problema generado por multitud
de políticos populistas, que han pasado años vendiendo las maravillas y el
"prometedor" futuro que esperaba a los universitarios tras finalizar
sus estudios, y de compañeros irresponsables, la mayoría de los cuales se
matriculaban en una determinada carrera universitaria por presión familiar o
por desconocimiento de la misma.
En ningún caso, por nuestra parte,
nos opondremos a que se valore el esfuerzo de los jóvenes españoles. Eso sí,
jamás lo haremos a costa de aquellos que, queriendo y esforzándose por sacar
adelante sus estudios, no disponen de los suficientes medios económicos. La
educación y la formación de los jóvenes es algo que nos concierne a todos, ya
que los universitarios españoles de hoy, al igual que los demás estudiantes de
la Formación Profesional, son quienes deberán lidiar con el rumbo de España en
tiempos futuros. Por lo tanto, cuanto mejor y accesible sea la educación
pública, mayor será el porvenir de toda la sociedad española.
¿Qué medidas serían, para nosotros,
las más idóneas? Aconsejamos que el Estado conceda dos tipos de becas, una en
función de los resultados académicos y otra según la renta familiar (pudiendo
los jóvenes españoles tener la posibilidad de acceder y recibir ambas). Tampoco
nos oponemos a que el precio de una asignatura suspensa se encarezca para el
universitario que la curse de nuevo otro año, pero dentro de lo razonable (y
razonable no podemos considerar el doblar o triplicar el precio del primer
año).
Por último, queremos recordar que la mejor
manera de aprovechar los recursos de los que dispone el Estado para educar a la
juventud es que desde la enseñanza preescolar se fomente y valore el esfuerzo
del alumno, para evitar así otra generación desmotivada y desencantada con los
estudios.
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