El arzobispo de Valencia llama a los jóvenes a una revolución teniendo en cuenta a Dios.

Según recoge el diario “La Gaceta” (quien últimamente parece haber abandonado sus reivindicaciones provida y muestra conformarse con la reforma parcial del Partido Popular en la legislación abortista), el arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, se dirigió a los jóvenes presentes en una vigilia en la capital levantina mediante las siguientes palabras:

“Os invito a hacer una nueva revolución, no con armas, insultos, batallas, falta de respeto a los demás o destrucción de la convivencia, sino quitando todas las esclavitudes que hay, como vivir en pecado o sólo para uno mismo”.

“La auténtica libertad no es hacer lo que a mí me da la gana, sino parecerme más a Dios en la vida, porque cuanto más te entregues y sirvas a los demás, y no a ti mismo, alcanzas la libertad verdadera que es la que hay que cantar en las calles y la que hay que instaurar en las naciones, eliminando las tinieblas de este mundo”.

“El Señor nos llama a la justicia verdadera, que es la que tenemos que implantar entre los hombres".

“El Señor nos ha pedido que seamos luz en medio de este mundo pero al estilo de Cristo, no voceando por las calles, sino dando testimonio con la vida, con la fuerza de la entrega, del servicio, de la fidelidad, y del sacrificio por seguir a Jesucristo”.

“La justicia verdadera, la justicia de Dios no es la justicia de los hombres en la que a cada uno se le da lo que se merece según nuestras medidas; la justicia de Cristo va más al fondo, a la hondura de la existencia porque te entrega hasta lo que no mereces, te da su propia persona, su propia vida. Esa es la justicia que tenemos que implantar en medio de los hombres y de la historia”.

-elmunicipiotoledo- desea expresar su más absoluta conformidad con las expresiones del arzobispo de Valencia. Nosotros concebimos al hombre como eje principal y centro de todo sistema político, económico y social, como una vida portadora de valores eternos (libertad, dignidad y justicia) compuesta por un cuerpo y un alma que debe luchar por salvarse durante su vida en el mundo. Por lo tanto, somos abiertamente partidarios de una revolución social cuyo fin sea una concepción humana mucho más idealista y espiritual que la existente en el día de hoy.

Y, para ello, no consideramos necesaria la algarada callejera ni el descontrol social, porque para poder llevar a cabo los cambios necesarios en una sociedad es importante tener el más absoluto control sobre todo lo que sucede en la misma para poder llevar los cambios a buen puerto. Lo repetiremos todas las veces que sea necesario: el cambio más importante ha de darse en la concepción de la vida, del mundo y del ser humano dentro del propio hombre, porque el apartado personal es el más importante y decisivo a la hora de conseguir los objetivos sociales que cualquier cambio que aspire a perpetuarse se plantee.