domingo, 11 de diciembre de 2011

La auténtica filosofía. (V)





Por, José Antonio Chamorro Manzano

• Antecedentes:
- Todos los individuos humanos con uso de razón, y con independencia de reconocernos creyentes o agnósticos o ateos, asumimos unos conceptos básicos comunes de índole práctica filosófica.
Mediante uno de tales conceptos, todos estamos ciertos de que la vida individual es de duración temporal, e impredecible en cuanto a esa duración; sabemos que hemos nacido y que en algún momento habremos de morir. Ese saber sobre nuestro destino mortal, no nos sobrecogerá nada más que cuando existan indicios de que el momento final esté ya próximo y sea final prematuro por causa de sentirnos aún con capacidad suficiente como para poder continuar realizando nuestras impulsivas funciones existenciales y nuestras concernientes actividades pretendidas.
- Entendemos que la muerte natural constituye un acto natural, consecuente al acto natural de haber nacido, y aceptamos la muerte con naturalidad cuando todavía la consideramos lejana. Luego, cuando lleguen presagios de cercanía de la muerte, entrarán en acción instintiva los motivadores sentimentales que obran en toda alma y que impulsan irresistibles a procurarse la supervivencia natural, a efectos de poder cada alma completar la realización de su misión existencial genérica, en la vida terrena.
De modo simultáneo, en el alma actuarán también todos los demás motivadores sentimentales o especulativos que constituyen y le dan su peculiar personalidad a cada individuo. Uno de los cuales motivadores presentes en el alma y como ya conocemos, es el de la sociabilidad fraterna de inspiración divina.
Pero la experiencia propia y el conocimiento de la realidad social general, nos llevan a reconocer que estamos expuestos a emplear más tiempo de nuestra vida en actuar ignorando o contrariando la inspiración divina, más tiempo que en conducirnos conforme a esa inspiración. Es decir, con carácter general estamos expuestos a pasar más tiempo de nuestra vida comportándonos de manera egoísta y hasta violenta y perversa con nuestros semejantes, más tiempo que a comportarnos con afecto fraterno, altruista y benefactor para con nuestros semejantes; ello, a veces, hasta con los más débiles y cercanos a nosotros, incluso con nuestros propios familiares.
- Y ¿por qué habremos de estar expuestos a esa dicha anómala posibilidad de comportamiento contrario a los designios de Dios? Pues, tal y como ya ha ido quedando apuntado en capítulos anteriores, porque Él nos hace libres en cuanto a nuestras decisiones de conducta, y además porque estamos inmersos en una vorágine vital universal, en la que cada individuo debe procurarse su propia supervivencia y su propio bienestar y, en general, se tiende a hacerlo en fría competición con los demás individuos de su entorno.
Pero, dentro de las previsiones existenciales divinas, las personas con uso de razón podríamos conseguir comportarnos justa y acertadamente, si atendiésemos a nuestra conciencia del bien y del mal (puesta en nuestra alma, por Dios) y si pudiésemos conseguir una acertada educación (una auténtica filosofía de vida, inspirada en una auténtica teología) que nos permitiese procurar comportarnos en fraterna y justa sociabilidad.
• Los hechos:

Dentro de la vorágine vital universal en la que discurren en la actualidad nuestros días terrenos, ¿cuáles son las circunstancias condicionantes que con mayor constancia y determinación (por hallarse institucionalizadas)  influyen en general sobre las personas?, pues veamos:

- La preocupación por la disponibilidad del dinero necesario y por el modo laboral de poder conseguirlo de modo regular y seguro.

- La omnipresente apología sistemática, de la aberración y la promiscuidad sexual.

- La omnipresente apología sistemática, del aborto premeditado e intencionado.

- La insidiosa incitación sistemática, a la destrucción de la familia natural (deslealtad, separación, ruptura, violencia psicofísica, etc.).

- La omnipresente irracionalidad política e ideológica (contracultura, desarraigo histórico genealógico, obstaculización contra la elaboración y la realización de los proyectos naturales personales y los familiares y los colectivos, antagonismos partidistas deshumanizados, ateísmo, nihilismo, etc.).


• Conclusión:

- Disponemos de un limitado espacio de tiempo de duración preindeterminable (digamos, un máximo de un siglo) para realizar nuestra correspondiente particular misión en la vida terrena; durante cuya realización daremos el carácter peculiar, la particular manera de ser, a nuestra propia alma para toda la eternidad venidera, dejaremos impresos y visibles e imborrables en nuestra alma todos los pensamientos, ideas, intenciones, sentimientos y acciones u omisiones generadas o recibidas en cada uno de los instantes de nuestra vida.

- Estamos debidamente dotados por Dios, para que de modo meritorio pudiésemos lograr nuestra mejor manera de ser; pero para alcanzar ese logro necesitamos ayudarnos con una buena educación y con la mejor buena voluntad y con la práctica de la adecuada sociabilidad fraterna.

- Los más capacitados, son eternamente responsables de su disponibilidad para ser educadores de modo acertado y para ser debidamente ejemplares, ante todos aquellos otros quienes puedan necesitar de esas ayudas educativas y ejemplares.

- Los menos capacitados, somos eternamente responsables de nuestra disponibilidad para recibir aquellas ayudas, y de nuestra ejemplaridad con la que nos comportemos.

- - - -

No hay comentarios:

Publicar un comentario

-elmunicipiotoledo- no se hace responsable de los comentarios de sus lectores. -elmunicipiotoledo- se reserva el derecho de arbitraje y censura. Se ruega que los comentarios no se realicen de forma anónima.

Contacto: elmunicipiotoledo@hotmail.com