domingo, 11 de diciembre de 2011

El Papa Pio XI condenó el fascismo en 1931.













El 23 de julio de 1931 el Papa Pio XI congrego a los cardenales para finalmente entrevistarse con el Dictador Benito Mussolini, en una entrevista frente a frente que duro más de tres horas.

Tras la firma del Tratado de Letrán el 11 de febrero de 1929, que resolvió la cuestión del estatus de la Santa Sede en la Italia unificada que había invadido los Estados Pontificios, las relaciones entre el Papa y el régimen de Benito Mussolini no habían hecho sino empeorar.

Por esto el régimen fascista monopolizo la educación y controlo la sociedad, ante esta situación el Vaticano realizo la encíclica condenatoria Non abbiamo bisogno del 29 de junio de 1931 en la misma el Papa Pio XI usaba palabras de enorme contundencia contra el régimen fascista (habló de "estatolatría pagana").

El 9 de julio el partido fascista de Italia con Mussolini al frente, había declarado incompatible la militancia en el partido fascista y el ser miembro de acción católica, esto hacia muy difícil la existencia diaria de los militantes católicos en la vida pública, llegando incluso a cerrar centros católicos.

El Papa convocó a todos los cardenales para declarar al mismo tiempo que no eran equivalentes ni compatibles "con la conciencia y la profesión de católico esos principios contrarios a la doctrina y a los derechos de la Iglesia" ni "la adscripción voluntaria a obras que tienen tales principios y limitan el derecho a educar".

El Papa Pio XI defendió haber plasmado en una encíclica su criterio sobre el fascismo, "para que los episcopados de todo el mundo pudiesen conocer y compartir la ofensa a que se había sometido a la Iglesia".

El Papa Pio XI llamo al padre Pietro Tacchi-Venturi dándole en mano un mensaje para llevar directamente a Benito Mussolini. Esa misma tarde se reunieron frente a frente Pio XI y Mussolini. Después de tres horas intensas de debate, aunque a Mussolini le animaba un sector más duro, el 2 de septiembre se volvieron a abrir, aunque con algunas restricciones, los centros de acción católica.

Las buenas negociaciones diplomáticas del Papa Pio XI habían merecido la pena.

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