lunes, 12 de diciembre de 2011

Benedicto XVI critica el materialismo en que se ha convertido la Navidad.





El ambiente exterior propone los habituales mensajes de tipo comercial, aunque en tono menor a causa de la crisis económica. El cristiano está invitado a vivir el Adviento sin dejarse distraer por las luces, sabiendo dar el valor adecuado a las cosas, para fijar una mirada interior sobre Cristo”, comunicó Benedicto XVI a las personas congregadas ante el rezo del Angelus: “Por supuesto, en el ritmo diario, a menudo frenético, es importante tener espacios de tiempo para el reposo y la distensión, pero la alegría verdadera está vinculada a la relación con Dios. La verdadera felicidad no es un simple estado de ánimo pasajero, ni algo que se alcanza con los propios esfuerzos, sino que es un don, nace del encuentro con la persona viva de Jesús”.

Tras haber dedicado unas palabras a los niños de Roma (a quienes recordó que no hay que preparar la Navidad sólo con los regalos) y a unos peregrinos españoles (en especial a los miembros de varias parroquias onubenses), el Papa finalizó diciendo: “Superad los límites del individualismo, de la cerrazón en vosotros mismos, la fascinación del relativismo, por la que se considera lícito todo comportamiento, la atracción que ejercitan formas de sentimiento religioso que se aprovechan de las necesidades y aspiraciones más profundas del ánimo humano, proponiendo perspectivas de satisfacción fáciles, pero ilusorias”.


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