Izquierda Unida continúa hablando de Estado laico, olvidando que España es un Estado aconfesional.

Izquierda Unida indica en su programa electoral que España todavía necesita construir un verdadero Estado laico y garantizar la igualdad a todos los ciudadanos con independencia de sus creencias religiosas, lo que implica acabar con el “trato de favor” que, según la formación, recibe la Iglesia Católica y fomentar la “convivencia”. Para lograrlo, pidió incorporar conmemoraciones civiles al calendario laboral y escolar, introducir nombres de personas ilustres de todas las tradiciones culturales en el callejero municipal y establecer una denominación neutra de las vacaciones escolares, en referencia a la Navidad y la Semana Santa.

Izquierda Unida asegura que busca facilitar la integración y la asimilación de concepciones laicas o de otras religionesen el imaginario colectivo. También pide retirar las subvenciones a los centros religiosos, suprimir toda simbología religiosa de centros públicos y eliminar la asignatura de Religión del horario lectivo, además de renegociar el Concordato con la Santa Sede y derogar los acuerdos con el Vaticano de 1976 y 1979.

Ante las palabras de Izquierda Unida,-elmunicipiotoledo- desea realizar una serie de aclaraciones:

• La Constitución Española de 1978 proclama un Estado aconfesional y no un Estado laico. En el Estado aconfesional, según se nos ha dado a entender, existe libertad de culto siempre y cuando se respete el orden público; mientras que en el Estado laico, al contrario, toda expresión religiosa pública estaría prohibida y la religión quedaría limitada, única y exclusivamente, al ámbito privado.
  Por lo tanto, nos resultan difíciles de comprender las intenciones de Izquierda Unida cuando afirma defender el laicismo estatal y la la integración de otras religiones en la colectividad de la sociedad. Por otra parto, esta incongruencia tampoco debe sorprendernos, ya que vivimos en un país donde los términos “laicismo”, “aconfesionalidad” y “libertad religiosa” se mezclan continuamente.


• La Iglesia católica no recibiría ningún tipo de “privilegio”. Según la misma Carta Magna a la que apela Izquierda Unida, el Estado debe procurar el mantenimiento de la confesión mayoritaria y destacada de España. Por lo tanto, esa “ayuda” a la Iglesia se debe a que el catolicismo es la religión con mayor número de miembros en España y, por ello, recibe más apoyo institucional que otras. Si en un futuro fuera otra religión la mayoritaria, el apoyo institucional dejaría de ir a la Iglesia católica para pasar a serlo de la otra confesión.


• Si Izquierda Unida quiere dar ejemplo de laicismo, y para ello propone derogar los acuerdos con el Vaticano, también debería proponer la derogación de los acuerdos que el Estado español tiene con las confesiones judía, musulmana y protestante (firmados en 1992). El auténtico Estado laico que propone Izquierda Unida no sólo debería prohibir las manifestaciones públicas del catolicismo, sino también de las otras religiones.


• Por último, recordamos que Izquierda Unida no está proponiendo nada nuevo, sino que sigue apelando al frecuente anticlericalismo y anticatolicismo propios del siglo XX del que dicha formación sigue haciendo gala debido a los resultados populistas que pueda reportarle.