La celebración de un Vía Crucis en el Paseo de Recoletos, dentro de los actos de la Jornada Mundial de la Juventud, contó con un protagonista excepcional, a la vista de la gran acogida popular que mereció: el Cristo de Mena, o Cristo de la Buena Muerte, y la guardia que le hicieron los miembros de la Legión.
Finalizado el Vía Crucis, los quince pasos exhibidos iniciaron el desfile por las calles de Madrid hacia los respectivos alojamientos, en el caso del Cristo malagueño la Catedral Castrense, en la confluencia de la calle Mayor con Bailén.
En ese momento se planteó una situación crítica, porque el trayecto discurría por la Puerta del Sol, y en esa zona campaban a sus anchas los miembros del movimiento anti JMJ, plataforma de ateos, etc.
Le cuentan a El Chivato, que responsables policiales que operaban sobre el terreno se dirigieron a uno de los mandos legionarios para decirle que no lograban “controlar” a los manifestantes, y por tanto no garantizaban que no estuvieran en la Puerta del Sol al paso del Cristo de Mena y los legionarios.
La respuesta que escucharon del mando militar fue: “Ustedes verán. Si no arreglan eso… yo no respondo de mis hombres”.
La zona fue perfectamente despejada, y el Cristo y los legionarios transitaron por la Puerta del Sol y llegaron sin ningún problema al templo castrense.
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