sábado, 15 de marzo de 2014

Redescubrir al Greco, reconocer a un maestro


Luis de Góngora escribía en 1614 a la muerte del Greco las mismas palabras que el comisario de la exposición, Fernando Marías, ha querido plasmar en uno de los muros finales de la muestra. "Yace el Griego. Heredó Naturaleza, arte, y el Arte, estudio; Iris, colores; Fébo, luces -si no sombras Morfeo", y es que "El Griego de Toledo" es un sueño que lleva al visitante de un origen a un todo, de la obra de un griego que nace en Candía y llega a Toledo con los conocimientos suficientes que adquiere en Venecia y Roma para desarrollar en plenitud su estilo personal, arriesgado para la época, y adelantado al estilo de sus coetáneos, a un artista maduro de personalidad tan intensa como su paleta de color, capaz de pintar lo visible y lo invisible.

Las salas del Hospital de Santa Cruz se han convertido en un marco dorado para el reconocimiento que la ciudad de Toledo hace al maestro de Creta 400 años después de su muerte. "El Griego de Toledo" abraza al espectador y lo sitúa en la ciudad en la que el protagonista del IV Centenario estableció su taller. "Plano y Vista de Toledo" del Museo del Greco recibe al público como un primer impacto que da paso a los autorretratos, retratos y a su primera obra reconocida: los iconos bizantinos.

La exposición, que podrá visitarse hasta el  14 de junio próximo, se articula en torno a los cuatro brazos del Museo de Santa Cruz. En el crucero de estas cuatro salas se proyectan diferentes imágenes de Joaquín Bérchez, sobre retablos diseñados y ejecutados por el Greco. Este fotógrafo inauguraba el pasado 19 de febrero en el Instituto Cervantes de Atenas la exposición "El Greco Architeto de retablos" a modo de recorrido fotográfico por las piezas que el artista diseñó para enmarcar sus obras pictóricas y en la que Bérchez analiza la faceta arquitectónica del Greco, como hace en el Santa Cruz.

Puede haber más, pero a continuación van algunas de las claves para adentrarse en el Universo Greco a través de estas cuatro salas que suman 75 obras de 29 ciudades, 11 países y 45 prestatarios, españoles y extranjeros. La recreación de "La capilla Oballe" y las obras de la primera época, como el tríptico de Módena o "La dormición de la Virgen" de la Isla de Syros se convierten en los imprescindibles de la muestra.

Candía, Italia y España.

Como maestro pintor de iconos en estilo bizantino tardopaleólogo, Domenikos comenzó su andadura artística en su Candía natal a partir de 1563 y antes de 1568, fecha en que se encontraba ya en Venecia, donde permaneció hasta finales de 1570. Trasladado a Roma, vivió hasta 1572 en casa del cardenal Farnese y, desde que fue expulsado de ella, como pintor con tienda oficial y clientes de menor alcurnia, pintando retratos y telas de devoción. Entró en contacto con el círculo intelectual –que impulsó sus intereses teóricos y anticuarios- de Fulvio Orsini y Giorgio Giulio Clovio y con Luis de Castilla, que en Toledo le facilitó, amigo e intermediario, sus primeros encargos desde 1577. En esta primera sala, junto a los retratos y autorretratos, sobresalen obras como "San Lucas pintando a la Virgen con el Niño", "La Dormición de la Virgen" o "La Adoración de los Reyes" que fue la primera obra bizantina en descubrirse en 1934, también el tríptico de Módena y otras obras vitales como "La expulsión de los mercaderes del Templo", realizada hacia 1570 y procedente de la National Gallery de Washington.

Cuadros para la devoción

En el brazo oeste del Museo de Santa Cruz la exposición recoge toda la obra devocional del Greco. "La Verónica", "La Santa Faz" que perteneció a Santo Domingo el Antiguo  o "La oración en el huerto" de Ohio, son algunas de las obras seleccionadas para este espacio que ofrece una visión completa de la concepción que el Greco tenía del arte sacro devocional, sin sangre ni dramatismos expresionistas, con los que cautivó a la feligresía toledana, de Madrid o Sevilla más que a las instituciones eclesiásticas oficiales que defendían un estricto sentido contrarreformista.

Los retablos y sus espacios

La recreación de "La capilla Oballe" que se encontraba en la iglesia de San Vicente Mártir, los lienzos circulares del Santuario de la Virgen de la Caridad de Illescas, o "San Martín y el pobre" y "La Virgen con el Niño y Santa Martina y Santa Inés", originales de la Capilla de San José de Toledo y en la actualidad en la National Gallery de Washington, cuelgan de esta sala en la que queda patente la visión arquitectónica del Greco. "San Ildefonso" del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial completa esta visión.

De lo visible y lo invisible

Fernando Marías ofrece como despedida la capacidad del Greco para hacer creíble lo increíble, hacer que se sitúe delante de los ojos del espectador lo que no está. "Fraile trinitario calzado" del Nelson-Atkins Museum de Kansas City, "El cardenal Fernando Niño de Guevara del Metropolitan de Nueva York, o las versiones de "La adoración de los pastores" completan esta exposición antológica e histórica.

La Tribuna de Toledo

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