Luis de Góngora escribía en 1614 a la muerte del Greco
las mismas palabras que el comisario de la exposición, Fernando Marías, ha
querido plasmar en uno de los muros finales de la muestra. "Yace el
Griego. Heredó Naturaleza, arte, y el Arte, estudio; Iris, colores; Fébo, luces
-si no sombras Morfeo", y es que "El Griego de Toledo" es un
sueño que lleva al visitante de un origen a un todo, de la obra de un griego
que nace en Candía y llega a Toledo con los conocimientos suficientes que
adquiere en Venecia y Roma para desarrollar en plenitud su estilo personal,
arriesgado para la época, y adelantado al estilo de sus coetáneos, a un artista
maduro de personalidad tan intensa como su paleta de color, capaz de pintar lo
visible y lo invisible.
Las salas del Hospital de Santa Cruz se han convertido
en un marco dorado para el reconocimiento que la ciudad de Toledo hace al
maestro de Creta 400 años después de su muerte. "El Griego de Toledo"
abraza al espectador y lo sitúa en la ciudad en la que el protagonista del IV
Centenario estableció su taller. "Plano y Vista de Toledo" del Museo
del Greco recibe al público como un primer impacto que da paso a los
autorretratos, retratos y a su primera obra reconocida: los iconos bizantinos.
La exposición, que podrá visitarse hasta el 14
de junio próximo, se articula en torno a los cuatro brazos del Museo de Santa
Cruz. En el crucero de estas cuatro salas se proyectan diferentes imágenes de
Joaquín Bérchez, sobre retablos diseñados y ejecutados por el Greco. Este
fotógrafo inauguraba el pasado 19 de febrero en el Instituto Cervantes de
Atenas la exposición "El Greco Architeto de retablos" a modo de
recorrido fotográfico por las piezas que el artista diseñó para enmarcar sus
obras pictóricas y en la que Bérchez analiza la faceta arquitectónica del
Greco, como hace en el Santa Cruz.
Puede haber más, pero a continuación van algunas de
las claves para adentrarse en el Universo Greco a través de estas cuatro salas
que suman 75 obras de 29 ciudades, 11 países y 45 prestatarios, españoles y
extranjeros. La recreación de "La capilla Oballe" y las obras de la
primera época, como el tríptico de Módena o "La dormición de la
Virgen" de la Isla de Syros se convierten en los imprescindibles de la
muestra.
Candía, Italia
y España.
Como maestro pintor de iconos en estilo bizantino
tardopaleólogo, Domenikos comenzó su andadura artística en su Candía natal a
partir de 1563 y antes de 1568, fecha en que se encontraba ya en Venecia, donde
permaneció hasta finales de 1570. Trasladado a Roma, vivió hasta 1572 en casa
del cardenal Farnese y, desde que fue expulsado de ella, como pintor con tienda
oficial y clientes de menor alcurnia, pintando retratos y telas de devoción.
Entró en contacto con el círculo intelectual –que impulsó sus intereses
teóricos y anticuarios- de Fulvio Orsini y Giorgio Giulio Clovio y con Luis de
Castilla, que en Toledo le facilitó, amigo e intermediario, sus primeros
encargos desde 1577. En esta primera sala, junto a los retratos y
autorretratos, sobresalen obras como "San Lucas pintando a la Virgen con
el Niño", "La Dormición de la Virgen" o "La Adoración de
los Reyes" que fue la primera obra bizantina en descubrirse en 1934,
también el tríptico de Módena y otras obras vitales como "La expulsión de
los mercaderes del Templo", realizada hacia 1570 y procedente de la
National Gallery de Washington.
Cuadros para la
devoción
En el brazo oeste del Museo de Santa Cruz la
exposición recoge toda la obra devocional del Greco. "La Verónica",
"La Santa Faz" que perteneció a Santo Domingo el Antiguo o
"La oración en el huerto" de Ohio, son algunas de las obras
seleccionadas para este espacio que ofrece una visión completa de la concepción
que el Greco tenía del arte sacro devocional, sin sangre ni dramatismos
expresionistas, con los que cautivó a la feligresía toledana, de Madrid o
Sevilla más que a las instituciones eclesiásticas oficiales que defendían un
estricto sentido contrarreformista.
Los retablos y
sus espacios
La recreación de "La capilla Oballe" que se
encontraba en la iglesia de San Vicente Mártir, los lienzos circulares del
Santuario de la Virgen de la Caridad de Illescas, o "San Martín y el
pobre" y "La Virgen con el Niño y Santa Martina y Santa Inés", originales
de la Capilla de San José de Toledo y en la actualidad en la National Gallery
de Washington, cuelgan de esta sala en la que queda patente la visión
arquitectónica del Greco. "San Ildefonso" del Real Monasterio de San
Lorenzo de El Escorial completa esta visión.
De lo visible y
lo invisible
Fernando Marías ofrece como despedida la capacidad del
Greco para hacer creíble lo increíble, hacer que se sitúe delante de los ojos
del espectador lo que no está. "Fraile trinitario calzado" del
Nelson-Atkins Museum de Kansas City, "El cardenal Fernando Niño de Guevara
del Metropolitan de Nueva York, o las versiones de "La adoración de los
pastores" completan esta exposición antológica e histórica.
La Tribuna de Toledo
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