En
la jornada de ayer, lunes 15, se produjo una noticia que, afectando a nuestros
vecinos galos, está no poco relacionada con tantas otras que -a diario- nos
machacan desde los medios de comunicación y que, en su conjunto, ha destapado
la profunda crisis moral que sufre nuestra nación: nos referimos a los diversos
escándalos relacionados, de una u otra manera, al fenómeno de la corrupción
político-financiera.
Así,
los 37 ministros y viceministros de François Hollande hicieron público su
patrimonio económico, mobiliario e inmobiliario; si bien no mostraron su
declaración de renta para proteger la intimidad de sus parejas. Se trata, en
suma, de la primera medida de Hollande en respuesta al escándalo protagonizado,
días atrás, por su ex-ministro de Hacienda, Jérôme Cahuzac, quien mantenía
cuentas secretas en Suiza y Singapur. Su reacción, pues, aunque criticada por
la oposición conservadora, ha sido bastante rápida. Y le seguirán otras. Vamos,
igualito que en España.
Pero,
ya que hemos mencionados a los medios de comunicación, tiene no poco interés
reflexionar en torno a algunas cuestiones terminológicas. No en vano, el empleo
de unas u otras implica diversos enfoques ante una problemática concreta… que
puede predeterminar su conclusión; tratando, incluso de desviar la atención
pública.
Volvamos
a Francia. El domingo 14 de abril, unos de los grandes diarios galos, Sud
Ouest, al igual que los demás de ámbito nacional y regional, dedicó sus
primeras páginas al debate originado por ese anuncio de la inmediata publicación
de los patrimonios de tan relevantes autoridades políticas. Como información
complementaria, incorporaba un texto titulado ¿Qué hacen nuestros vecinos? firmado
por Cathy Lafon e ilustrado con una fotografía de nuestro Mariano Rajoy con el
siguiente pie de foto: «Tras el escándalo de Rajoy, el Gobierno español
presentó un proyecto de ley». Y tras repasar la situación en Europa, terminaba
con el siguiente párrafo: «En España, el gobierno lanzó en marzo de 2012 un
proyecto de ley sobre transparencia, que actualmente se debate en el
Parlamento, a raíz de varios escándalos de corrupción, como el que
recientemente atrapó al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y otros
miembros del Partido Popular».
Pero,
¿no hablamos en España, y a todas horas, del “caso Bárcenas”, del Barcenasgate…?
Nuestros
-siempre tan criticados- vecinos franceses lo tienen claro: es el “escándalo
Rajoy”. Y aquí, erre que erre. Y Rajoy, poniéndose de perfil, prometiendo uno
tras otro, múltiples proyectos de ley de todo tipo. ¡Como si no hubiera ya
bastantes! ¡Demasiadas, más bien! Pero es que luego… ¡no se cumplen!
¿No
tienen ustedes la sensación de que el árbol nos impide ver el bosque? Y si el
árbol es Bárcenas, el bosque es el Partido Popular, en un principio. Pero, en
realidad, es todo el sistema de financiación de los partidos el bosque que
“tapa” un sistema viciado, oligárquico, hipócrita, antidemocrático; aunque
blanqueado, cual sepulcro, por el discurso “políticamente correcto”.
Y,
decíamos, si este bosque es el Partido Popular, que es el caso que nos ocupa
hoy día -los de Filesa y otros ya son historia-, Mariano Rajoy es su guarda bosques.
De modo que, por una
vez al menos, nuestros vecinos tienen razón. Llamemos las cosas por su nombre: “escándalo
Rajoy”. Y que cada palo aguante su vela. Pero de verdad.
Por
Fernando José Vaquero Oroquieta
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