En la diócesis es bien conocida la labor pastoral del obispo de San Sebastián en
la cárcel. Los peregrinos vieron de cerca al Papa.
Diez presos de la cárcel guipuzcoana de Martutene,
hombres y mujeres, acudieron a la JMJ y pudieron ver al Papa de
cerca mientras gozaban de un día de libertad. Fue una propuesta del
obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, quien desde muy
joven realizó una intensa labor pastoral en el centro, y suele celebrar allí el
Via Crucis cada Semana Santa desde que se hizo cargo de la diócesis.
Al
regreso de la peregrinación, los presos escribieron una carta sencilla y
sentida, que por su interés reproducimos en su
totalidad.
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El 26 de septiembre de 2010, acompañados por nuestro Obispo, acogimos en el Centro Penitenciario de Martutene, la Cruz y el Icono de la JMJ. En la homilía D. José Ignacio invitó a la Pastoral Penitenciaria a organizar una peregrinación a la JMJ con aquellos internos que quisieran y pudieran asistir. En ese momento, nos pareció un sueño inalcanzable y lejano. Pero Dios hace posible lo imposible y con la ayuda del Obispo y las facilidades de la Dirección del Centro Penitenciario, el 20 de agosto salió para Madrid un autobús con 20 peregrinos, 10 de ellos internos/as.
En el autobús, expectantes e ilusionados, después
de rezar las laudes y de encomendarnos a María, recibimos las credenciales para
asistir al encuentro: sentimos que por unos días no íbamos a ser considerados
comos presos sino como unos peregrinos más llenos de fe en Cristo y
ansiosos por ver y escuchar al Papa Benedicto XVI.
La
tarde/noche de ese mismo día, nuestro deseo se hizo realidad en el aeródromo de
Cuatro Vientos. Fue especialmente emocionante contemplar cómo eran portadas por
jóvenes de distintas naciones la Cruz y el Icono, que meses antes habían
visitado la Prisión de Martutene y que habíamos tocado y besado con
verdadera fe y que en esa noche iban a presidir la vigilia de oración. Expresar
todo lo que sentimos es casi imposible: casi dos millones de jóvenes llenos de
fe en Cristo, alegres, ilusionados, fervorosos... ¡cómo acogimos al
Papa, cuando se hizo presente!
A pesar de las inclemencias del
tiempo no podemos olvidar las tiernas palabras del Papa: "No temáis", "el Señor
nos protege", "este sacrificio no es en vano"... Un silencio, respeto y
oración se adueñó de todos nosotros cuando la custodia, con Jesús
sacramentado, fue adorada y venerada por el Santo Padre. Después, con ilusión
renovada, muchos de nosotros acudimos a la tienda del Encuentro para seguir
acompañando con nuestra presencia y oración, a Jesús presente en la custodia.
Algunos aprovechamos la gracia de recibir el Sacramento de la
Confesión. Después a descansar para celebrar el domingo con el Papa la
misa de envío del encuentro.
Muchos de nosotros no pudimos conciliar el
sueño por la emoción que nos embargaba... ¡nos sentíamos
libres! Pasamos la noche contemplado las estrellas y "levantando los
ojos y el corazón al cielo para rezar", como nos dijo más tarde el Papa,
tratando de poner orden a tanta novedad y emoción. La suerte estuvo de nuestra
parte y antes de comenzar la celebración eucarística pudimos ver al Papa
a pocos metros en la parcela que nos encontrábamos. Llenos de
entusiasmo y firmes en la fe nos recogimos en oración con los demás jóvenes y
celebramos la eucaristía. Resumir todo lo que nos dijo el Papa es imposible,
pero en nuestro corazón resuena el eco de algunas de sus
palabras: "Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has
dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu
palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus
manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me
abandone".
La noche del domingo pernoctamos en la Casa de Espiritualidad
de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana en Collado Villalba. Más relajados y
tranquilos compartimos lo que hasta ese momento habíamos vivido en la JMJ. Al
día siguiente celebramos la eucaristía presidida por nuestro Capellán, P. Luís
Miguel Medina, en una de las capillas de la Casa dando gracias a Dios
por tanto bien recibido y preparándonos para vivir por la tarde el
encuentro vocacional neocatecumenal en la plaza de la Cibeles. En las horas
previas al encuentro, fue impresionante ver a miles de jóvenes de todo el mundo
diseminados por el centro de Madrid, orando en la catedral de la Almudena,
cantando y danzando por las calles al son de cantos bíblicos, contagiando
alegría evangélica. Ya por la tarde junto a más de doscientos mil jóvenes,
Cardenales y Obispos de todo el mundo, participamos en el encuentro vocacional.
Enseguida nos contagiamos de su fe, fervor, alegría y decisión para
entregar lo mejor de nuestras vidas a Jesús y a la Iglesia. ¡Cuántas
familias cristianas!, ¡Cuántos jóvenes comprometidos!... ¡no teníamos ni idea de
que esto era así! repetíamos unos y otros.
Todo lo bueno acaba. Sabíamos
que teníamos que retornar a Martutene pero ya no éramos los mismos, algo
había cambiado en nuestras vidas para siempre: la fe en Cristo. Pero
las palabras de nuestro Obispo en el encuentro vocacional; "La fuerza es del
Señor. Nosotros seamos instrumentos suyos, que Él lo puede todo" nos ayudaron a
no decaer en nuestro ánimo al volver a la prisión y para transmitir en
la cárcel lo vivido en Madrid durante esos días.
Gracias a
todos los que habéis hecho realidad este sueño de vivir la JMJ y a todos los que
nos habéis acompañado de cerca o de lejos, a través de vuestra oración, para que
todo saliera bien. "Dios saca bienes de todo" (Benedicto XVI),
así lo hemos sentido y vivido.
San Sebastián 23 de agosto 2011
Grupo internos/as Prisión Martutene
JMJ-Madrid 2011
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