No son pocos los católicos confundidos con este tema, ya que al presentarse como una terapia sanadora, no son tan visibles los problemas de incompatibilidad con la fe.
Sin embargo, muchos lo presentan abiertamente como un camino espiritual, plagado de elementos de cosmovisiones religiosas orientales y esotéricas.
Como tantas disciplinas que son enarboladas por la literatura “New Age”, el Reiki crece en muchos centros “holísticos” dentro de una gran ensalada de conceptos gnósticos y esotéricos.
El Reiki es definido como “camino espiritual” o” sistema de crecimiento espiritual” por varios de sus maestros. Como un “método natural de curación por medio de la energía universal, cósmica. “Rei Ki” es un término de origen japonés que se refiere a la “energía vital (ki) universal (rei)” que fluye a través de una persona que ha sido sintonizada en Reiki.
“Rei” describe el ser universal, impersonal, omnisciente, que otorga vida, como los rayos del sol a los seres vivos. “Ki” es lo que emana del “rei”, es la energía o fuerza vital que pasa a través de todo lo que vive. Usualmente traducen “ReiKi” como: “Energía Universal guiada espiritualmente.
El Reiki afirma que las enfermedades son siempre ocasionadas por un “desequilibrio” en la “energía vital”. Por ello hay que encontrar “la armonía”, “el equilibrio” de la energía existente en los diferentes centros energéticos del cuerpo (chakras), mediante la imposición de manos. Muchos de sus practicantes prometen un gran alivio al que lo recibe, en el plano físico y espiritual, una gran relajación y una plena sensación de paz interior…
La curación por el uso de “energía” tiene una antigüedad milenaria en Asia, pero el Reiki surgió a principios del siglo XIX con Mikao Usui (1865-1927), decano de una pequeña universidad en Kyoto (Japón), persona noble, virtuosa y admirada. Un maestro con carisma de gurú, quien tuvo visiones místicas y creó este nuevo sistema curativo, que no es sólo una técnica, sino un camino espiritual.
Al igual que tantos otros maestros del oriente, Usui reedita algunos principios éticos del confucianismo y de otras tradiciones asiáticas. En la actualidad existen diversas y variadas escuelas y sistemas de entrenamiento de Reiki, por las naturales escisiones que tuvo la versión original al llegar a Occidente, razón por la cual es difícil hablar de un único sistema de Reiki.
Si bien existen maestros de Reiki que lo enseñan en fidelidad a Mikao Usui, y no tienen intenciones de engañar a nadie, no se puede ignorar la cantidad de abusos y confusiones que existen en este campo. Y a los cristianos no les debería ser ajena la incompatibilidad doctrinal de nuestra fe con muchas doctrinas enseñadas en los ambientes “terapéuticos” de una larga lista de maestros de Reiki.
Es sabido lo difícil que es delinear la frontera entre lo terapéutico y lo espiritual en las disciplinas orientales. Al promover prácticas que hablen de “espiritualidad”, se está incluyendo siempre un contenido religioso implícito, aunque no se llame religión. De hecho, muchos de sus practicantes “dan testimonio” de los beneficios espirituales de la práctica, utilizando lenguaje de una verdadera experiencia iniciática.
Problemas doctrinales con el cristianismo
El Reiki propone un dualismo cósmico. De origen taoísta, la teoría de los opuestos (Yin – Yang), viviendo en una constante “guerra espiritual” contra las energías negativas, de las cuales se protegen con símbolos protectores (“escudos”), que son simples amuletos, que promueven una mentalidad mágica y supersticiosa. Además, subyace en sus escritos un panteísmo que reduce a Dios a una energía que se puede canalizar, como si fuésemos antenas que pueden sintonizar las frecuencias divinas y luego retransmitirlas por imposición de manos.
El sincretismo es tal, que en sus oraciones al “Padre”, lo llaman “Ser universal superior” y al “Espíritu Santo” lo igualan al “Ki” o “Chi”, es decir, a la energía que pasa a través de nosotros y que recibiríamos del universo, con lo cual Dios ya no es persona, sino una energía que podemos “sintonizar”. Jesucristo queda reducido a un sanador que imponía manos, pero su divinidad se disuelve en la lista de maestros espirituales, sin olvidar que un gran número de sus practicantes comienzan a predicar la reencarnación. Con esto basta para entender que están muy lejos de la fe cristiana y empapados de la Nueva Era.
Muchos de sus simpatizantes la valoran por el bienestar que les causa, y defienden su compatibilidad con la fe cristiana, y suele suceder que no profundizan demasiado ni en el Reiki, ni en su propia fe, lo cual les genera esta inocente “compatibilidad”.
Es necesario un serio discernimiento frente a la multitud de disciplinas orientales importadas en occidente, ya que en el caso de que pudieran no ser perjudiciales en sí mismas, es preciso no caer ni en un rechazo a lo diferente por ser desconocido, ni en un concordismo ingenuo por falta de sentido crítico y coherencia en la fe.
Tendríamos que preguntarnos si la sed espiritual de mucha gente alejada de la Iglesia que se va por caminos extraños a la fe, ¿no será porque no han encontrado en nuestras comunidades un camino espiritual que les otorgue una vida nueva?.
Cuando la fe católica se reduce a compartir ciertos valores, a un barniz de devociones fragmentadas y algunas prácticas sacramentales ocasionales, entonces es entendible que busquen fuera de Cristo esa plenitud de vida que nosotros deberíamos ofrecer a manos llenas.
Por Miguel A. Pastorino.
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