Partiendo en origen de unos tristísimos y gravísimos acontecimientos, que todos hubiéramos deseado que no hubiesen sucedido, una familia modesta y humilde, y destacadamente una madre, María del Mar Bermúdez, se propuso que se hiciera justicia desde la más dura de las soledades.
Todavía en la fase de proceso y asimilación del duelo, y ayudada por su círculo más cercano, decide hacer todo lo posible, en honor a su hija asesinada, para mitigar y ayudar en el desampao y el dolor de otras víctimas presentes y futuras.
Su experiencia, terrible experiencia, le conduce a dar ese paso al frente, en la esperanza de que se produzca una disminución de delitos contras los derechos humanos, y si cupiese, que las víctimas tengan la atención merecida, de la que carecieron ella y su familia.
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